La amenaza no nos hace cambiar

Tratando en clase el asunto de las causas últimas de la crisis de biodiversidad actual, he acabado, como casi siempre, comentando el artículo crucial de Paul Ehrlich y Edward Wilson de 1991 en Science, «Biodiversity studies: science and policy». Hay algunos párrafos en él que me parecen particularmente brillantes, pero quizá ninguno como el que ya he citado por aquí varias veces, y que recogí también en mi memoria docente:

“Si pretendemos que exista alguna oportunidad para frenar la pérdida de biodiversidad se tiene que pasar a la acción inmediatamente. La estrategia indispensable para salvar a las criaturas vivientes que nos acompañan, y en definitiva a nosotros mismos, es reducir la magnitud de las actividades humanas, como demuestra la evidencia de manera meridiana. La tarea conducente a satisfacer este objetivo constituirá un esfuerzo cooperativo mundial sin precedentes en la historia. Si la humanidad no puede moverse con determinación en tal sentido, todos los esfuerzos que se están llevando a cabo actualmente en relación con la conservación in situ no conducirán a nada, y el futuro de nuestros descendientes estará en peligro” (Ehrlich, P. R. y Wilson, E. O. (1991). Biodiversity studies: science and policy. Science, 253: 758-762).

Lo que proponen Ehrlich y Wilson es, a grandes rasgos, lo que proponen todos los biólogos de la conservación, con matices. Desde luego, son ideas de largo alcance y significado.

Desde 1991 hasta ahora ha pasado un cuarto de siglo, ni más ni menos; y seguimos en las mismas, o con toda probabilidad peor. La última reunión importante sobre el  cambio climático en París (XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático o COP21/CMP11) ha evidenciado que todos sabemos ya con bastante precisión lo que ocurre, hablando en general, pero que no somos capaces de ponernos de acuerdo. De nada (NADA) sirven las grandes proclamas si no dan lugar a acuerdos vinculantes. En el fondo, esto no ocurre por cuestión de intereses; de los tres grandes objetivos propuestos en Río de Janeiro en 1992 («Cumbre» de Río), el segundo (sostenibilidad de los recursos vivientes) está muy fuertemente en entredicho porque el tercero (reducción de las diferencias sociales en relación con el uso de dichos recursos) ha fracasado ostensiblemente y se ha empeorado muy claramente, como consecuencia de la generalización de la aplicación de modelos económicos neoliberales. Así que me temo que en un contexto de competitividad fiera y de aspiración indisimulada al crecimiento por prácticamente todos, no puede haber acuerdo posible. Y la única vía operativa que se aprecia en el horizonte para evitar el deterioro ambiental creciente y, en definitiva, nuestra extinción inminente, es la aniquilación de las tres cuartas partes de la humanidad por aquella fracción que posee los medios físicos, económicos y tecnológicos. De hecho, esto ya ha empezado a suceder, mientras unos y otros miran para otro lado o meten la cabeza debajo del ala. Veremos cómo acabamos.

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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