Dedicar la vida a predicar la sustitución de un totalitarismo por otro es una tarea estéril, maniquea y sombría.
Amplios y bien considerados sectores de nuestra sociedad son colaboradores necesarios en la tarea de la construcción del nuevo totalitarismo globalista y utilitarista y de nuestro sometimiento a él, si bien son escasamente o nada conscientes de su papel. La falta de autocrítica sustancial es manifiesta y crece día a día, dada la sustitución de la formación -como conocimiento estructurado, lógico y crítico- por la información -como conjunto de datos inconexos, sujeto a la interpretación falaz y acrítica-.
Si me estás leyendo y no entiendes lo que quiero decir, ponte urgentemente a estudiar a los clásicos; empieza por los presocráticos. Solo así podrás distinguir a los sabios de los «falsos profetas», otro eslabón imprescindible en la cadena de construcción del neototalitarismo. Después, escucha a los sabios y reflexiona sobre lo que dicen.
(Soy perfectamente consciente de la futilidad de este texto).