Que vamos directamente al hoyo de la extinción inminente, llavándonos por delante una buena parte de la diversidad biológica existente en la actualidad sobre la Tierra, no admite ya duda razonable. Independientemente de lo cual uno tiene el deber moral de poner de su parte lo que pueda por concienciar a quienes no tienen conciencia de la gravedad de la situación ambiental, aparte de luchar por conseguir vivir de la manera más responsable e íntegra posible mientras esto dure.
En este contexto, y a petición de Teresa Atoche (del colectivo PELP, Plataforma contra el macroproyecto hotelero de El Palmar, http://blog.salvarelpalmar.es/), he redactado la siguiente carta-informe dirigida a los responsables, y he autorizado que la presenten en Bruselas o donde haga falta:
A QUIEN CORRESPONDA
Estimados Sres.:
Como Doctor en Ciencias Biológicas, Profesor Titular de Zoología y Conservación Biológica en la Facultad de Ciencias del Medio Ambiente y Bioquímica de la Universidadde Castilla-La Mancha, conservador de la Zooteca del ICAM, director del grupo de investigación DITEG, persona dedicada desde hace más de 45 años al estudio de los animales, sus relaciones de parentesco evolutivo y sus funciones en el medio, y ponente en numerosos foros españoles y extranjeros sobre biodiversidad, creo que puedo contar con alguna experiencia técnica como para transmitirles mi punto de vista respecto al proyecto “Palmar Gran Resort“.
Creo que lo que se pretende hacer allí, por más legal que pudiera ser y por muy buenas intenciones que ustedes tengan en relación con el desarrollo económico de la zona, es un atropello atroz a lo que aún nos queda de riqueza paisajística en nuestra devastada Península Ibérica, como sin ninguna duda será reconocido dentro de unos pocos años. Un atropello más, y además aderezado con un adjetivo de moda (“sostenible”) del cual ustedes ignoran, de la manera más palmaria, su significado real, que como muy bien puntualizaba hace poco el Prof. Eduald Carbonell, uno de los directores del proyecto Atapuerca, viene a querer decir “progreso consciente y evolución responsable”. Es decir, absolutamente nada que ver con su proyecto “Palmar Gran Resort“, claramente desarrollista, en la línea de los que han contribuido a inflar la artificial “burbuja del ladrillo” durante las últimas décadas, que es directamente responsable de la crisis económica que padecemos actualmente en España.
Por lo que yo sé, el colectivo PELP, que defiende con gran dignidad los valores naturales de aquel paraje de inigualable riqueza frente a la poderosa y sorda maquinaria oficial que ustedes representan, interpuso denuncias ante la Fiscalía de Medio Ambiente, que abrió diligencias penales contra el Ayuntamiento de Vejer. Sin embargo, y como era de prever, los Defensores andaluz, español y europeo no vieron irregularidad alguna en la construcción del complejo. ¿Cómo van a verlas, si los informes emitidos lo son por el propio Consistorio, y éste no hace explícito que en Malcucaña habiten varias especies oficialmente amenazadas? Varias, si. Conozco personalmente la zona, que visito desde 1978, y puedo dar fe de que no solo existen algunas de éstas, sino que además existen varias otras especies muy interesantes, de rango de distribución muy restringido (en general, gaditano-norteafricano), que todavía no están recogidas en los Libros Rojos publicados, pero que están en vías de serlo. Puedo atestiguarlo porque yo mismo formo parte de un par de grupos de investigación donde se trabaja en este sentido, de uno de los cuales soy incluso el investigador principal. Entre las primeras, tengo recogidas numerosas observaciones personales de Discoglossus jeannae (sapillo pintojo meridional), Chamaleo chamaleon (camaleón común, que antiguamente era bastante más abundante, o al menos se encontraba más fácilmente) (http://www.marm.es/es/biodiversidad/temas/conservacion-de-especies-amenazadas /09047122800a42ac_tcm7-20304.pdf) y alguna de Apteromantis aptera (mantis áptera), especie esta última que a pesar de estar incluida en los Libros Rojos andaluz (http://ww.juntadeandalucia.es/medioambiente/web/Bloques_Tematicos/ Publicaciones_Divulgacion_Y_Noticias/Documentos_Tecnicos/libro_rojo_ invertebrados/tomo3/especies_ordenes_otros_insectos.pdf) e ibérico (http://www.mma.es/secciones/biodiversidad/especies_amenazadas/invertebrados/artropodos_habitat/pdf/APTEROMANTISAPTERA.pdf), parece relativamente bien distribuida por la mayor parte de la Iberia meridional, y que ha sido mencionada recientemente en la bibliografía de prácticamente toda la región circundante a Conil y Vejer de la Frontera (véase Libro Rojo de Invertebrados de Andalucía, para referencias concretas). Entre las segundas puedo citar las que mejor conozco, por ser integrantes del grupo de insectos en el que me he especializado más, los lepidópteros noctuidos. En función de mis visitas anuales, en las cuales registro todo ejemplar que observo, puedo asegurar que hay no menos de diez especies sumamente raras e interesantes, una de las cuales (Eremopola orana), cuya cita aún no está publicada, figura en el Atlas de Invertebrados Amenazados de España (http://www. marm.es/es/biodiversidad/temas/inventarios-nacionales/09047122801f16ee_tcm7-21919.pdf). Respecto de anfibios y reptiles, hay que recordar que en el Libro Rojo de las especies amenazadas (http://www.marm.es/ es/biodiversidad/temas/conservacion-de-especies-menazadas/090471228015f9d1_tcm7-20566.pdf) consta que “los principales problemas de conservación son la modificación del paisaje por la presión humana masiva y la contaminación industrial”. Más específicamente lo hace constar para el camaleón, aunque son extensibles al resto. Con respecto a Eremopola orana, el Atlas de Invertebrados Amenazados de España (http://www.marm.es/es/biodiversidad/temas/inventarios-nacionales/09047122801f16ee _tcm7-21919.pdf) dice textualmente: “Factores de amenaza: hay dos factores de amenaza fundamentales. Por un lado, la presión humana sobre las formaciones de matorral xerofítico, a las que por lo general no se concede el valor que tienen. Por otro, la conversión de playas y secarrales adyacentes en zonas urbanizadas (recuérdese cuál era el aspecto del área de Torremolinos-Benalmadena, por ejemplo, antes de la colonización turística, y cuál es ahora) y en zonas de cultivo (recuérdese la transformación radical del paisaje pericostero almeriense, convertido en un mar de plástico con objeto de favorecer la producción de hortalizas extemporáneas). Este último factor podría determinar la extinción de poblaciones locales, si no ha determinado de hecho ya la de bastantes no registradas jamás. Mientras no se conozca en detalle cual es la organización espacio-temporal de la especie no se podrá calibrar el impacto real a medio-largo plazo de las extinciones locales.” Este mismo argumento es completamente extrapolable al menos al resto de las especies raras y presuntamente amenazadas de insectos del área.
En este estado de cosas, resulta inconcebible que el informe de evaluación de impacto ambiental emitido por la Delegación Provincial de Cádiz con fecha de 9 de mayo de 2003, y publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Cádiz (nº129, de fecha 6 de junio de 2003), resultara favorable a la construcción del complejo hotelero. Simplemente, no tiene sentido, a no ser que se haya ocultado en dicho informe toda esta información (la mayor parte de la cual, como se puede ver, es oficial y pública).
Pero no acaba ahí la cuestión. El paraje donde se pretende situar el macrocomplejo, y en general la mayor parte de aquella área, tiene singularidades extraordinarias desde los puntos de vista paisajístico, florístico y faunístico. Cabría recordar aquí que el término biodiversidad, que tan manido está a costa de usarlo interesadamente y muchas veces de manera perversa, se refiere a toda la riqueza viviente, a cualquiera de las escalas de organización de la materia viva que existen, desde la de genes hasta la de paisajes. Si esto se tiene en cuenta, como debe tenerse, el valor como elemento natural de la zona aumenta aún más. En realidad, cuando se trata de dar valor y conservar el patrimonio natural de un lugar no es ni mucho menos suficiente con fijar la atención en tal o cual especie que puedan figurar o no en Catálogos o Libros Rojos, sino que es imprescindible fijarla en el conjunto de organismos con sus interacciones particulares. Eso es precisamente lo que hace de aquel entorno algo raramente repetible, tanto por sus determinantes histórico-evolutivos (que conducen a una comunidad de organismos con claras afinidades norteafricanas, pero también con una componente de endemismos notable e incluso con cierta influencia de las colonizaciones procedentes del continente europeo) como por sus condiciones ecológicas.
Confío en que tengan ustedes en cuenta estos razonamientos. No les quepa ninguna duda que, de no hacerse eco de este tipo de consideraciones y seguir adelante con la construcción del macrocomplejo, algún día no muy lejano quedará en evidencia la magnitud del desastre ambiental que puede causarse.
Atentamente,
José Luis Yela
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