Tras los pasos de Ambrosio Fernández

Ambrosio Fernández (1882-1953) fue un cura agustino que dedicó gran parte de su vida al estudio de los lepidópteros, especialmente noctuidos. No en vano, suyo es el primer catálogo de los noctuidos ibéricos, publicado en 1920. Formó, junto a Ignasi de Sagarra i Castellarnau y Cándido Mendes d’Azevedo, la terna de noctuidólogos ibéricos más relevante del primer cuarto del siglo XX. La labor de Ambrosio Fernández fue desempeñada durante mucho tiempo en Uclés, pueblo de la provincia de Cuenca. Cada vez que voy desde Toledo a Cuenca, paso a poca distancia de Uclés. Y me embarga una extraña emoción. Fernández, Agenjo y Calle, en este orden cronológico, han sido los “padres” de la noctuidología ibérica, árboles a cuya sombra he tenido la fortuna de ir creciendo. Así que esta mañana, en que he acudido a la charla impartida en el Museo de las Ciencias de Cuenca por parte de Mario García París, éste coloso de la entomología taxonómica ibérica actual, he vuelto a sentir esa emoción. Que se ha prolongado, y de qué manera, al salir del subterráneo donde he dejado aparcado mi coche y contemplar la vista majestuosa de la cara norte de Cuenca, con el impresionante valle del Júcar y el imponente Cerro de la Majestad. ¡Qué olor a monte, a santolina, a ajedrea y a pino! ¡Qué brisa más refrescante!

El Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha está situado pocos metros más arriba, en la Plaza de la Merced, delimitada por edificios impresionantes, como el Convento de la Merced de Cuenca y la Hospedería del Seminario. Al fondo del callejón que limita a éste se puede ver la famosa Torre Mangana; no he podido menos que quedarme un rato contemplando el lugar, antes de entrar al Museo.

Dentro del Museo, en el salón de actos, esperaba Mario. Su charla, “Descubriendo especies singulares de insectos en Castilla-La Mancha”, ha supuesto la tercera gran emoción de la mañana.

Mario ha definido biodiversidad y ha resaltado la idea de que abarca toda la variedad de lo viviente a cualquier escala de organización que nos refiramos, desde la genética hasta la ecosistémica. Después, tras definir también taxonomía e ilustrar sobre las preguntas más importantes que se plantea, ha ido desgranando algunas peculiaridades de especies de área de distribución muy restringida, muchas de ellas castellano-manchegas, situándolas en su contexto filogenético y resaltando cómo muchas de ellas llevaban ya algunos -bastantes- millones de años en el área ibérica antes de que apareciera sobre la Tierra nuestra propia especie.

El desconocimiento que tenemos sobre este tipo de fauna invertebrada conduce a que se estén descubriendo nuevas especies constantemente, muchas de ellas crípticas, y hace reflexionar sobre la cuestión de cuántas estarán desapareciendo incluso antes de ser descritas para la Ciencia. Ni él ni algunos otros nos resignamos a catalogar como extintas algunas especies de las que no se ha vuelto a tener noticia durante las últimas décadas; pueden estar muy localizadas en parches de territorio muy pequeño, y pasar completamente desapercibidas. Entre ellas, Mario destaca el caso de Mylabris uhagonii Martínez Sáez, 1873, bautizada como «mascaflor ibérico», muy bien representada en algunas colecciones antiguas (por ejemplo, en la del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid), pero que no se ha encontrado recientemente en condiciones naturales. Tanto es así, que el Museo de Cuenca ha preparado un folleto donde aparece una fotografía de la especie y se solicita la colaboración ciudadana para encontrarla, destacando que el pronoto tiene brillo metálico cubierto de una pilosidad relativamente larga.

También ha habido ocasión de que dos de las descubridoras -Cecilia Díaz y Nuria Cardo- de la libélula Onychogomphus cazuma Barona, Cardo & Díaz, 2020, un sorprendente (¿o no tanto?) hallazgo reciente del sureste peninsular, contaran parte de la historia de su encuentro con este singular y bello insecto. Cómo no, he aprovechado la ocasión para entregarle a Mario una cajita con tres ejemplares de Agrotis puta (Hübner, [1803]) y otros tres de Agrotis catalaunensis (Millière, 1873) para ver si pueden conseguir los cebadores que nos permitan caracterizar ambas en función de las secuencias de algunos de los marcadores genéticos nucleares fundamentales, como paso previo para indagar acerca de la identidad y rango taxonómicos de las formas ibéricas del grupo en torno a Agrotis vestigialis (Hufnagel, 1766).

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Hoy, como antaño, seguimos tras las huellas de los insectos más fascinantes. Desde Fernández hasta García París, describiendo y descifrando la diversidad entomológica. Toda una tarea apasionante.

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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2 respuestas a Tras los pasos de Ambrosio Fernández

  1. Isabel Nieto-Márquez dijo:

    Buenos días, José Luis,

    He llegado aquí desde la página de SEACAM. He leído tu bio y me has emocionado. Soy una apasionada de la Biología que estudió Historia del Arte. En el fondo… son lo mismo. Aunque reconozco que el arte hecho por humanos aún está en pañales excepto, quizá, la música.

    Y solo te ha faltado citar a Julio Anguita para nombrar a todos mis amores de la adolescencia 😉

    Saludos, salud y larga vida.

    • Me alegro muchísimo. Confieso una vez más que escribo como terapia, como manera de sacar hacia fuera lo que va por dentro, sin ninguna intención de que se me lea ni de despertar respuestas; pero cuando éstas llegan y son inteligentes y sanas, que las hay llenas de inquina, se agradecen muchísimo. Estoy de acuerdo; el arte y la biología, o quizá más en general el arte y la ciencia, tienen la misma raíz. Hacemos mal cuando segregamos ciencias de letras, muy mal; el sustrato es tan común, que segregarlas solo denota la ignorancia de quien lo hace.
      ¡Gracias por pasarte! Un abrazo.

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