Juego limpio, superpoblación humana y extinción

Una de las manifestaciones sociales que todavía sigue teniendo mucho de práctica entre caballeros (es decir, está basada en el juego limpio y en la aceptación de la victoria con modestia y de la derrota con naturalidad) es el tenis. Al menos nació como tal, como nacieron en general los deportes de origen británico. Sin embargo, las muestras de mala educación entre el público se empezaron a extender ya hace unas dos décadas, coincidiendo con la popularización por todo el mundo de este deporte (¿cuándo se había visto antes que el público aplaudiera un fallo del contrario?), y recientemente empiezan a extenderse también las actitudes despreciativas hacia el contrario entre los mismos jugadores. ¿Se acaba el "fair play"? ¿Se impone el "cada uno a lo suyo, y si el contrario pierde con artimañas mejor"? Parece que sí. Parece que incluso en el tenis empiezan a aparecer los síntomas del síndrome general del "yo y mi yo y mi Ballantines (en frase genial de Violadores del Verso)… y después de mí que se hunda el mundo". Y la cosa no deja de ser sorprendente, porque la "domesticación" de las conductas agresivamente egoístas innatas a la especie humana, y fijadas desde la aparición del linaje humano (o antes) hasta que comenzó el proceso de sedentarización, está aparentemente en la base del florecimiento de las culturas más elaboradas. ¿Qué significa que estemos perdiendo el respeto por el contrario y el interés por los puntos de vista ajenos? ¿Es un signo más de la decadencia en que ha entrado nuestra cultura? Yo creo que, en parte, sí.

Ser un bruto suele ser adaptativo, o al menos debía serlo en situaciones ambientales anteriores a la sedentarización humana, en que la fuerza bruta marcaba las diferencias entre individuos dentro de un clan y, especialmente, entre clanes dentro de un territorio. A partir de que los humanos comenzamos a hacernos sedentarios, las pautas de comportamiento tuvieron que remodelarse mucho y rápidamente. Podríamos convenir en que el proceso de remodelación está en marcha, puesto que la sedentarización es muy reciente en términos evolutivos. Eso explicaría que nos comportáramos aún como verdaderas bestias en tantos y tantos casos. Aunque repugne a nuestra conciencia de sedentarios urbanos con un cierto respeto mutuo y con cierta consideración por los más débiles, y por poner solo un ejemplo, la actitud del macho que trata de violentar a la hembra sin importarle la disposición de ésta es "natural", en el sentido literal (es una pauta muy extendida entre los animales, que maximiza las probabilidades de fertilización y de traspaso de los genes de los más fuertes a las generaciones siguientes, y por tanto la selección natural tiende a favorecerla). De la misma manera, es "natural" ser un bruto con todos aquellos que suponen un peligro potencial para uno mismo o para el clan. Cuando los humanos dejaron de constituir grupos de clanes en competencia directa al volverse sedentarios, la nueva sociedad debió imponer nuevas reglas que favorecieran la vida en común en un lugar común, y de esta manera se potenciaron los comportamientos altruistas (más allá de aquellos supuestamente surgidos por selección de grupo y que cohesionaban el clan errante). Que parte de estas reglas tan refinadas, que forman parte esencial de la tradición cultural, se empiecen a olvidar, da que pensar. ¿O es simplemente que ahora todas las actividades sociales están al alcance de todos, o de muchos más, a raíz de la "pansocialización" experimentada por las sociedades humanas industrializadas durante el último siglo, y esto ha dado como resultado una generalización de las maneras bruscas e irrespetuosas? ¿Estarán estos cambios de pautas de comportamiento asociados a nuestra densidad poblacional, tan exagerada? En cualquier caso, nada de raro tendría que fueran manifestaciones de las convulsiones que se acercan, relacionadas con el hecho de que la biosfera esté cercana a no poder admitir muchos más cambios en su dinámica básica.

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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