Olor a cenizas

La ciudadanía europea ha hablado, y bien claramente.

Más allá de argumentos partidistas o gremialistas y de todos los alegatos de los «optimistas», creo que hay dos lecciones bien claras que llevarse en la libreta.

Por un lado, el proyecto europeo de las élites políticas liberales, desde las neoliberales hasta las socializantes, es de ellos, no de los ciudadanos. Existe una cierta identidad europea, es indudable; pero las identidades locales, nacionales, son mucho más fuertes. Europa no es EEUU, ni México, ni China. Tiene otro origen, otra historia. El experimento de la Unión Europea tiene un cierto sentido en cuanto a lo que supone de libre movimiento de personas y en cuanto a la práctica económica, para hacer frente a otras esferas económicas en un mundo que se mueve competitivamente. Y se acabó. Supongo que el derretimiento de la idea paneuropea, ahora que la desintegración se huele como se huele la humedad justo antes de la tormenta, se acelerará hasta convertir en ocioso el parlamento europeo. Puede que lo único que resista sea el neuro. El resto me da a mí que va a durar lo que un caramelo a la puerta de un colegio.

Por otro lado, y esto es muchísimo más grave, el europeo, como sujeto privilegiado en un mundo que vive a costa de los recursos de las tres cuartas partes de la humanidad más pobres, percibe como una amenaza directa a su situación de comodidad relativa los ideales humanistas, socializantes e igualitarios de la «agenda verde». Lo mismo que el estadounidense, vamos. «¿Que nosotros vamos a renunciar a nuestra forma de vida con objeto de frenar una crisis ambiental -y social- que no adivinamos, por más que hablen de ella esos científicos que no representan más que una casta dominante que trata de aleccionarnos? ¡Ni hablar! ¿Qué se han creído estos de la Agenda 2030, qué se han creído los inmigrantes de los países pobres? ¡Fuera todo! Aquí nosotros queremos futuro. Queremos seguir manteniendo la situación de privilegio de la que han gozado las generaciones inmediatamente anteriores. ¡Estamos en nuestro derecho!» Ay, Ehrlich y Wilson, qué patada nos está dando la evidencia en nuestros traseros. La humanidad no está dispuesta a «pasar a la acción inmediatamente», como clamábais allá por 1991 (“Biodiversity studies: science and policy” (Science253 (5021): 758-762), para detener la terrible crisis ambiental que estamos causando. Ni a «reducir la magnitud de las actividades humanas, como demuestra la evidencia de manera meridiana.» Bien lejos estamos, y hoy es más evidente que nunca, de afrontar «la tarea conducente a satisfacer este objetivo, [que constituiría] un esfuerzo cooperativo mundial sin precedentes en la historia.» Así que, puesto que la humanidad ha decidido no «moverse con determinación en tal sentido, todos los esfuerzos que se están llevando a cabo actualmente en relación con la conservación in situ no conducirán a nada, y el futuro de nuestros descendientes estará en peligro.” Si no lo está el nuestro.

Vamos a ver, a partir de hoy, dónde quedan las fábulas de los «optimistas».

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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2 respuestas a Olor a cenizas

  1. Luisa dijo:

    Con permiso, me lo llevo; parece que puedo. Y obviamente, no por que crea que alguien, al leerlo, va a desviarse un ápice de la linde trazada a fuego en su cerebro, sino como excelente constatación de lo que hay.

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