¿La ley del más fuerte, sólo en Doñana?

https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2023-03-15/donana-y-la-ley-del-mas-fuerte.html (*)

Lo que tan certera, ecuánimemente y de manera fundamentada describe mi compañero Eloy Revilla para Doñana en el artículo vinculado es exactamente lo mismo que está ocurriendo en todas partes, sean paisajes emblemáticos o no. El nuestro es un mundo que no solo desaparece, sino que literalmente se autofagocita, en el que no solo se extingue una forma de existir y relacionarse con el entorno, sino que ésta es machacada, barrida, eliminada por la fuerza, tanto por la física como por la ideológica.

Todo el que sabe algo sobre el funcionamiento de los sistemas físicos complejos sabe hacia dónde nos dirigimos, en un vórtice imparable. Por más que no queramos aceptarlo (https://www.uclm.es/global/promotores/organos%20de%20gobierno/vicerrectorado%20de%20investigacion%20y%20politica%20cientifica/novedades/uclmdivulga/the%20conversation/tces-04-06-2019).

(*) Texto completo del artículo, para quienes no pueden acceder:

«Doñana y la ley del más fuerte

Escribo estas líneas para desahogarme como ciudadano pasmado por la realidad que día a día nos atropella. Podría hacerlo de manera más técnica, como responsable de la Estación Biológica de Doñana, el centro de investigación del CSIC que, junto con otros actores, consiguieron proteger Doñana a mediados del siglo pasado. Sin embargo, me voy a limitar a mis sensaciones y sentimientos.

La Doñana de hoy es muy distinta de la de principios del siglo XX. Tras décadas de intensa actividad para desecarla y ponerla en cultivo, ya solo nos queda un tercio de lo que fue. Hoy en día, la presión que ejerce nuestra actividad fuera del espacio protegido es tan fuerte que estamos perdiendo a gran velocidad hábitats tan emblemáticos como las lagunas, que se contaban por miles, a las aves acuáticas, que acudían a centenares de miles a pasar el invierno o a reproducirse, o monumentos naturales tan valiosos como los centenarios alcornoques que están muriendo a decenas, víctimas de la falta de agua. Doñana está pasando un punto de no retorno que hará que la Doñana del futuro ya no sea la que, en su día, intentamos conservar. Tristeza.

Me entero por la prensa, como cualquier ciudadano de a pie, de que, de nuevo, una proposición de Ley en el Parlamento de Andalucía pretende ampliar la superficie de regadío legalizado modificando el Plan Especial de ordenación de las zonas de regadío ubicadas al norte de la corona forestal de Doñana, conocido popularmente como Plan de la Fresa, y la Ley Forestal de Andalucía. Aún me sorprende que pasen estas cosas.

El Plan de la Fresa, aprobado en 2014 tras siete años de compleja tramitación, intentaba poner orden a dos décadas de expansión desordenada de cultivos intensivos bajo plástico, en las que miles de hectáreas se pusieron en cultivo, muchas de ellas sin los permisos necesarios, ocupando terrenos forestales y en muchos casos robando con fines privados un bien público escaso como es el agua. El plan identificaba las áreas cultivadas susceptibles de ser regularizadas por estar dentro de normativa, a las que habría que suministrar aguas superficiales para poder cerrar sus pozos, y marcaba aquellas zonas que no se podían legalizar y deberían ser restauradas a su situación previa.

Estamos en 2023 y aún no se ha ejecutado ese plan que permitiría eliminar la mayor parte del consumo de agua del acuífero. Ahora se pretenden modificar las normas para que la práctica totalidad de las empresas que han estado operando ilegalmente puedan seguir haciéndolo. Esto supone enterrar el trabajo hecho hasta ahora, y un nuevo inicio de todo el procedimiento administrativo. Es evidente que, si ocurre así, dentro de 20 años seguiremos como ahora, a medio camino, pero habiendo perdido parte de lo que hoy nos queda de la antigua Doñana. La filosofía política de ver sólo a corto plazo, de que en cuatro años todos calvos, me llena de desesperanza.

Con el agua el panorama no es nada halagüeño, cada vez hay más demanda y menos agua disponible. Este verano va a ser de aupa, y no solo en Doñana. Ya estamos en primavera meteorológica y de momento las previsiones no nos avisan de un próximo diluvio, que es lo que necesitamos. Si abril no lo remedia, encaramos un verano catastrófico para la agricultura y con restricciones de consumo en numerosas localidades. Es lo que tiene sobreexplotar los acuíferos de los que depende el abastecimiento desde arroyos y fuentes. Miedo.

En las últimas décadas hemos perdido una agricultura tradicional sostenible, donde los olivares eran de secano, se cultivaba entre los árboles y donde el ganado pastaba a finales del verano. Hoy tenemos olivares industriales sin biodiversidad, que han llevado a la quiebra a los tradicionales a base de aumentar la producción y de competir con precios a la baja. Los agricultores ahora se endeudan y trabajan más para intentar ganar lo mismo que antes. La agricultura industrial depende de un agua menguante en superficie por el cambio climático, de un agua subterránea que estamos agotando, y de un petróleo en forma de gasoil y un gas en forma de fertilizantes que antes o después se van a acabar. Angustia.

Es evidente la urgencia de iniciar una reconversión de la demanda de agua para la agricultura, para la industria y para el consumo urbano, incluyendo las decenas de millones de turistas que vienen a España y que también demandan agua. Las restricciones al consumo deberían empezar ya, para que el golpe no sea tan duro y para ir adaptándonos a lo que nos viene. Este año muchos agricultores de la cuenca del Guadalquivir se van a ir a la quiebra. Pesadumbre.

Mientras, en Doñana se engaña a la comarca con falsas promesas que no se van a cumplir por dos motivos: legalmente no se puede y, el más rotundo, no hay agua suficiente. La consecuencia es que todo seguirá igual, seguiremos produciendo fresas hasta que se acabe el agua o ya nadie quiera las fresas españolas, con las consecuencias que eso tendrá para la industria agrícola de la zona. Mientras, habremos perdido el corazón y el alma de Doñana. Todo seguirá igual en un camino de destrucción acelerada. Injusticia.

No tengo la menor duda de que todo el mundo quiere proteger Doñana. La cuestión es qué Doñana queremos conservar, y, aquí, a la vista de los acontecimientos, es evidente que hay opiniones divergentes. Por un lado están los que solo quieren mantener Doñana como un medio de marketing capaz de atraer turistas y dar renombre internacional a una comarca y sus productos y servicios. Por otro lado están los que creen que eso debe ser consecuencia de los valores ambientales intrínsecos que históricamente la han caracterizado. Hagamos lo que hagamos, Doñana va a seguir ahí, aunque quizá sólo como un lugar empobrecido y simplificado, un recuerdo de lo que fue. De nosotros depende.

La mayoría de la gente piensa que la naturaleza es débil, una víctima indefensa ante unas personas que son invencibles. No nos engañemos, la naturaleza es mucho más fuerte que nosotros. Doñana no es más que el canario en la mina que nos avisa de lo que nos viene encima a todos. Antes o después tendremos que cambiar nuestra manera de utilizar la naturaleza para adaptarnos a las condiciones que nos impone. No hay otra opción, dependemos completamente de ella.

Eloy Revilla, Profesor de Investigación del CSIC y director de la Estación Biológica de Doñana CSIC»

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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2 respuestas a ¿La ley del más fuerte, sólo en Doñana?

  1. Maravilloso artículo, incluido tu comentario. ¿Por qué no escuchan a los que saben?
    Quiero resaltar el último párrafo:
    «Antes o después tendremos que cambiar nuestra manera de utilizar la naturaleza para adaptarnos a las condiciones que nos impone. No hay otra opción, dependemos completamente de ella»

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