¿Y qué es civilización? Pues, tal como yo lo entiendo, es el estado de la sociedad en que, gracias a la aplicación organizada y efectiva de los conocimientos contrastados adquiridos y de una elevada cohesión social, permite un grado de independencia tal de los determinantes que organizan el medio natural -muy especialmente, de la selección natural- que posibilita una reducción drástica de la mortalidad infantil, un aumento significativo de la longevidad y, como consecuencia, un grado de bienestar importante. Además, sobre todo, permite conseguir acuerdos vinculantes y efectivos, derivados de los principios de la sostenibilidad, mediante los cuales hacer frente de manera racional a las consecuencias indeseadas de esos tres grandes avances.
¿Somos una sociedad civilizada? Algo, pero no mucho. De acuerdo con mi lectura de la realidad, experimentamos avances y retrocesos históricos cíclicos, si bien es verdad que sobre un trasfondo de mejora paulatina. El problema es que esa mejora puede ser nuestra tumba, debido al desfase inmenso que existe entre el avance del conocimiento y su aplicación en la organización y gestión social. Por simplificar mucho, aun con sus luces y sus sombras, la Ilustración supuso el principio de la liberación intelectual (y el principio del fin de la tiranía de la fe ciega, que posibilita todo tipo de abusos), la Revolución Francesa el de la liberación social (y el principio del fin de los absolutismos) y la Revolución Industrial la liberación biológica (tal como se ha expuesto en el párrafo anterior). Pero nos enfrentamos a dos dilemas cruciales: las ventajas que puede traer todo esto no han llegado nunca a todas las personas por igual dentro de colectivos sociales concretos y, sobre todo, los integrantes de la cuarta parte de la humanidad privilegiada (a costa de las otras tres cuartas partes) actuamos como si pensásemos que «todo está hecho» y que podemos continuar viviendo indefinidamente como vivimos. Nada más lejos de la realidad. Nuestro pasado biológico nos impone unas limitaciones de un calibre fantástico, de manera que ahora mismo nos encontramos en un momento en que, por no saber qué hacer y cómo hacer frente a las dificultades derivadas de nuestra demanda descontrolada de recursos, recurrimos a la estrategia del avestruz y del «pues ahora no como», renegando de los procedimientos que podrían ayudar a resolverlas y buscando una salida pueril, pero esperable, en forma de actitudes impulsivas, autoritarias, simplistas y negacionistas, que están justo en el polo opuesto a la filosofía de la sostenibilidad. En definitiva, renegando de la civilización.
Mal panorama.
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Acerca de Anarchanthropus crapuloideus
Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio:
Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia.
Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente.
Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas.
No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo.
Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).