Los fracasados

Existe una corriente de pensamiento, encabezada por algunos ilustres ideólogos, pero defendida también por un número creciente de personajes pedestres aunque influyentes, que, sobre la base de una crítica profunda y legítima de los postulados del anarquismo, del comunismo e incluso del moderno «socialismo», ese que aspira a consolidar la llamada «sociedad del bienestar», no encuentra otra salida que la descalificación en masa de dichos postulados, calificándolos de idealistas, pueriles e irrealizables. No hay ningún clavo ardiente más idóneo para todos aquellos que necesitan justificación para sus ataques más o menos furibundos hacia todo lo que represente una visión de la vida fundamentada en los derechos sociales, y que aspiran a instaurar algún orden de organización de corte autoritario, inspirado en el mundo anterior a la Revolución Francesa e incluso a la Ilustración. Es decir, no ha ningún clavo ardiente más idóneo para la extrema derecha, que dichos ideólogos tienden a negar que exista. Detrás de  los sujetos que profesan dicha corriente de pensamiento creo reconocer tres características fundamentales: 1. la manifestación de un profundo fracaso vital, muchas veces hecho explícito por ellos mismos; 2. su incapacidad de proponer vías de avance fundamentadas en su crítica legítima, que deriva en un sometimiento a la dinámica predominante actual, de corte instrumental y mercantilista; y 3. y estrechamente relacionado con lo anterior, un fatalismo oscuro y profundamente pesimista, que pretende cerrar completamente la puerta a cualquier interpretación que se base en rasgos como el altruismo, la igualdad de oportunidades o incluso la empatía. Me produce un intenso desasosiego, como todo aquel movimiento ideológico o práctico que conduce a cerrar puertas, en vez de a abrirlas.

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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5 respuestas a Los fracasados

  1. #primobici dijo:

    Sé que es inevitable, pero ayer lo hablaba con un buen amigo. En cuanto se ponen etiquetas se deja de escuchar. Hablábamos de lo mismo pero desde el término negacionista, llegamos a lo mismo. En cuanto se etiqueta se elimina el discurso. Pasa por los dos lados, también sea dicho…

    • Eso, lo único que evidencia es incapacidad para el pensamiento crítico. Las etiquetas son un vehículo necesario; los taxónomos lo sabemos muy bien, y nunca debemos perder de vista lo que representan. Eso, una ayuda para ordenar el pensamiento de forma categórica, aunque los hechos se distribuyan en realidad de manera contínua.

      • #primobici dijo:

        También… pero acotan y atrofian demasiado en un diálogo, son fáciles de lanzar (como cuchillos) para acallar represalias y objeciones con juicio

  2. sabiusblog dijo:

    Vengo de tu siguiente post (el orden al revés) y comprendo la importancia de etiquetar para tu profesión. Sucede que en el mundo social, político, incluso familiar, se tiende a etiquetar todo aquello que no sabemos o no queremos entender ni tan siquiera intentar entender. Etiquetar es -como bien apuntas- muchas veces, parecido a cerrar puertas. A veces con la etiqueta socio-política y el consabido apasionamiento, se llega al borde de la intolerancia. Muy interesante reflexión. Abrazo.

    • Yo creo que eso les ocurre a las personas con escasa formación. Que son muchas, desgraciadamente, y la mayor parte de las veces no por su culpa. Anquilosarse y enrocarse es muy fácil. Pensar críticamente, no tanto. Y es que además de formación hace falta entrenamiento.
      (No miro hacia ningún lado; el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra).
      Mil gracias por tu visita, y otro abrazo.

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