La guerra civil, en «dos palabras» ecuánimes

Uno de los episodios más tenebrosos y a la vez más manipulados de la historia reciente de España es el de la guerra civil de 1936. Yo nací justo 20 años después, así que soy posterior a aquel evento. Pero guardo muchos y profundos recuerdos de hechos que podrían catalogarse de guerra, contados sobre todo por mi abuela paterna (el resto de la familia enmudeció, lo que da idea del terror que instauró el régimen que surgió de ella), así como de postguerra, y tengo muy viva en la memoria la etapa del llamado “tardofranquismo”. No en vano el dictador murió estando yo haciendo el entonces obligatorio servicio militar. He leído de todo sobre aquello. En ocasiones, verdaderas aberraciones. Creo que merece la pena destacar el texto que acaba de publicar Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, por su claridad e impoluta imparcialidad. Lo recojo aquí porque es inaudita la desvergonzada tendencia actual a reescribir la historia por parte de personas que no vivieron aquello en absoluto (de los que lo vivieron, mejor no hablar), que tienden a ensalzar lo que fue una época horrorosa, ignominiosa, monstruosa, terrible. Por si te intentan lavar el cerebro, Mateo; procura ser sensato y objetivo siempre, aunque sea difícil y duela.

“[La guerra] comenzó cuando un golpe de Estado militar no consiguió de entrada su objetivo fundamental, apoderarse del poder y derribar al régimen republicano y porque, al contrario de lo que ocurrió con otras repúblicas del período, hubo una resistencia importante y amplia, militar y civil. El Estado republicano se tambaleó, el orden quebró y comenzó una revolución radical y destructora. Allí donde el golpe triunfó, los militares pusieron en marcha un sistema de terror que aniquiló a sus enemigos políticos e ideológicos. Era julio de 1936 y así comenzó la Guerra Civil. Para los españoles, la GC ha pasado a la historia y a la memoria por la deshumanización del contrario y por la espantosa violencia que generó. La apelación al exterminio del contrario caracterizó ese doble proceso de rebelión militar y respuesta revolucionaria. El conflicto interno derivó muy pronto en una guerra internacional. España se situó en el centro de las preocupaciones de las principales potencias, dividió profundamente a la opinión pública y pasó a ser el símbolo de la lucha entre fascismo, democracia y comunismo. Hubo un desequilibrio a favor de la causa franquista de suministros de material bélico, de apoyo diplomático y financiero. La intervención de la Alemania nazi y de la Italia fascista y la retracción de las democracias condicionaron la duración del conflicto y su resultado final. Hasta que fue derrotada, el 1 de abril de 1939, la República pasó por tres diferentes etapas, con tres presidentes de Gobierno: José Giral, Francisco Largo Caballero y Juan Negrín. Los tres presidentes murieron en el exilio: Giral en México y Largo Caballero y Negrín en París. Los sublevados, con Franco a la cabeza desde el 1 de octubre de 1936, comenzaron a construir el nuevo Estado en la guerra. La construcción de ese nuevo Estado fue acompañada de la eliminación física del oponente y la destrucción de todos los símbolos y políticas de la República. Los militares sublevados en julio de 1936 ganaron la guerra porque tenían las tropas mejor entrenadas del ejército español, el poder económico, estaban más unidos que el bando republicano y los vientos internacionales soplaban a su favor. El total de víctimas mortales se aproximó a 600.000, de las cuales 100.000 corresponden a la represión desencadenada por los militares sublevados y 55.000 a la violencia en la zona republicana. Al menos 50.000 personas fueron ejecutadas entre 1939 y 1946. La victoria incondicional de las tropas del general Francisco Franco inauguró la última de las dictaduras que se establecieron en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial. La victoria de Franco fue también de Hitler y de Mussolini.”

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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