Mis clases

Un año más, se acerca el momento del comienzo de mis cursos de Zoología y Conservación Biológica. Para mí, este es un momento esperado, de los más esperados del año.

Y lo es porque no puedo concebir la clase como una actividad que no suponga un pleno gozo y una entrega total, mental y física. Hay quien diría también espiritual; pues bien, espiritual. Por eso acabo exhausto tras cada una de ellas. En realidad, cada clase, ya sea en el aula, en el laboratorio o en el campo, es un ritual, en el que voy desmadejando un argumento técnico sobre algún aspecto en principio importante de la evolución de lo viviente, de la organización del mundo de los animales o de la necesidad de conservar la estructura y la función del medio natural, y lo hago con la intensidad del oficiante, como dice mi admirado Silberius de Ura, con la intensidad emocional de quien celebra un acto de profundo regocijo interno. Porque eso es lo que supone el inmenso privilegio de ofrecer a quien comienza lo que uno ha podido atesorar a lo largo de su vida. Al expresarme en clase, no solamente estoy transmitiendo, mejor o peor, un conocimiento técnico; estoy intentando transmitir inquietud intelectual, argumentos y actitudes para usar el pensamiento crítico y para aplicar de manera habitual el razonamiento científico, el de la comprobación, y sobre todo emoción en el proceso de búsqueda de la verdad y la belleza, ante lo que significa la posibilidad de entender un poquito mejor cómo funciona el medio natural y apreciar el descomunal privilegio de que gozamos los que estamos reunidos en torno a este proceso, y de nuestra obligación moral inaplazable de mantener viva la llama para las siguientes generaciones. Proceso que, de mi parte, supone, ha de suponerlo necesariamente, una dedicación sin fisuras.

Ignoro si el alumnado se da cuenta, pero a veces la emoción es tan intensa que a duras penas puedo contener las lágrimas. Y esta sensación ha ido en aumento a medida que han pasado los años. No quiero imaginar cómo será el día, ya más cercano, en que dé mi última clase. En todo caso, es precisamente esa entrega a la tarea de transmitir la que, de acuerdo con la opinión general del alumnado a través de los años -con sus excepciones, como es natural- caracteriza mi labor docente. Y, por otro lado, lo que la convierte, lamentablemente para mi, en heterodoxa. Porque difícilmente tiene cabida en el mundo de la eficacia, de la productividad, de la reglamentación y de los rankings. En el mundo gris, por más que se le disfrace.

Vamos a darle algunas vueltas al asunto. Este año tiene que ser máximo.

(Advierto: no quiero comentarios halagüeños. No busco «me gusta». Solo quiero transmitir lo que significa mi docencia para mi. Necesitaba hacerlo).

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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