Uno es, a grandes rasgos, el mismo siempre. O al menos, el mismo en esencia. Porque algunas cosas cambian a lo largo del tiempo. Si yo me miro a mi mismo, se me hace evidente que no me hago las mismas preguntas, o al menos de la misma forma, que hace años, ni vivo las situaciones de la misma manera. Por ejemplo, hace años no me corría ninguna prisa trabajar con mi colección de insectos, porque pensaba que ya lo haría cuando me jubilara para dejarla en buen estado para quien pudiera sucederme. Ahora siento que necesito trabajar con ella con cierta urgencia, porque cuando llegue la jubilación quizá yo no esté ni siquiera en condiciones de manejar las cajas. Otro buen ejemplo es la manera en que te planteas algunos asuntos trascendentales; cuando eres joven, no te urge apenas someter a crítica las cuestiones últimas, y si lo haces es como guardando una cierta distancia con ellas. Cuando la cuesta abajo de la vida ya se ha disparado, las tratas como algo cercano. Esto no se busca; surge así. Porque sabes que cualquier día te vas.
Ahora no te das cuenta, por las mismas razones, de lo importante que resulta adquirir una buena formación integral. Te interesan las máquinas y cómo sacarles rendimiento, y poco más. Pero fíjate: no todo el mundo está facultado para sacarles el mismo rendimiento. Aparte ya de las capacidades innatas, resulta claro que quienes tienen más conocimientos y son capaces de integrarlos mejor pueden interpretar las cosas con mayor amplitud de miras, y por lo tanto son capaces de producir un trabajo más original y bien hecho. Si has entendido bien la Geometría Analítica y la sabes aplicar eficazmente, no solo en cuanto a lo meramente técnico sino en cuanto a sus significados y alcances, estarás en mejores condiciones de construir una simulación en tres dimensiones para ordenador que alguien que no la ha entendido y no la sabe aplicar. Y así sucesivamente.
Por eso es tan importante la Lengua. Y la Física. Y la Química. Y la Biología. Y la Filosofía. Y el Dibujo. Es un desastre que el sistema educativo sea tan nefasto que esas materias tan apasionantes se os conviertan en una carga insoportable. Pero así es la vida, y así hay que asimilarla para después intentar cambiarla. No hay otra manera.
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Acerca de Anarchanthropus crapuloideus
Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio:
Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia.
Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente.
Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas.
No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo.
Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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