Grados de congruencia

El mensaje que más me estoy esforzando en transmitir a mi hijo, en pleno furor egocéntrico adolescente, es que el mundo no gira a su alrededor, sino que uno está inmerso en grupos sociales que generalmente no elije y a los que uno se tiene que amoldar, en la forma que sea preciso.

Sin embargo, yo soy muy contestatario con el mundo en que me ha tocado vivir, y apelo constantemente al sentido crítico para poner en evidencia las incongruencias entre los modelos que se predican y las acciones que se toman. No pocas veces he mencionado mi condición de marginado, de inadaptado. Y es cierto.

¿Cómo casar lo uno con lo otro, especialmente frente a la visión intolerante del adolescente, que descubre con mala gana, y con toda la razón de su parte, las inconsistencias de sus progenitores y del resto del mundo? Uno no puede abjurar de sus valores, pero a la vez tiene que vivir de acuerdo con las normas básicas del ambiente que le ha tocado o ha elegido. Así que se trata de buscar un grado de congruencia entre lo uno y lo otro. ¿Y cuál es la fórmula? El diálogo. No necesariamente entre personas, sino también con uno mismo (Yela, M., 1970. Logos y diálogos. Homenaje a X. Zubiri, vol. 2: 743-774. Editorial Moneda y Crédito, Madrid).

Naturalmente, para que el diálogo entre personas sea fructífero, ambas partes deben ser capaces de poner en duda sus propios presupuestos. Lo cual exige entrenamiento. Y, sobre todo, buen juicio. No son cualidades comunes, hoy día, en este presente de sometimientos y adocenamentos. Por eso, es uno mismo el que debe entrenarse y usar con habilidad sus capacidades, porque al otro no se las puedes ni presumir de antemano ni, por descontado, exigir.

Difícil, si. Cada vez más. Pero así han de ser los retos.

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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2 respuestas a Grados de congruencia

  1. Mila Carrascoso dijo:

    SE FUERTE, LOS ADOLESCENTES SON TERRORÍFICOS. LUEGO SE LES PASA, COMO A NOSOTROS. VALOR Y AGUANTA.

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