La utilidad de las cosas

Que algo no se pueda asociar con un valor comercial, ni siquiera medir ni cuantificar, ¿quiere decir que no tiene ninguna utilidad ni sentido? Eso parece concluirse de la opinión de muchas personas, afines a lo que yo llamo mecanicismo tecnolátrico.

Voy a poner un ejemplo. Los cristianos, cuando entran en sus templos, se llevan la mano a la cabeza y luego al pecho, haciendo la señal de la cruz. ¿Sirve esto para algo práctico? Muchos dirían que no, que sirve para lo mismo que, por poner otro ejemplo, las flores de Bach: para nada. Esta es una interpretación instrumental, propia de aquellos que solo valoran como positivo lo material, lo que tiene un efecto tangible. Desde luego, ni la señal de la cruz va a propiciar que llueva ni las flores de Bach nos van a curar de nada, si es para eso para lo que se están usando; pero tienen su significado y su utilidad. Quienes usan dichos símbolos y participan de los ritos asociados se están sometiendo a una cierta disciplina de grupo que les proporciona alivio y sensación de seguridad, independientemente del tamaño del grupo en cuestión. Están engañados, porque creen en el poder real de dichos símbolos en relación con las funciones que les atribuyen. Pero eso no supone que éstos sean inútiles. Sentirse parte de un grupo es esencial para los humanos, que somos primates esencialmente sociables. Vivir al margen de un grupo de referencia es extraordinariamente costoso. Esto puede explicar en parte por qué sectas tan destructivas como el PP siguen teniendo tal cantidad de incondicionales; en el balance personal de estos sujetos, debe pesar más la seguridad que da saberse miembro de un clan poderoso que la inseguridad de saber que sus jefecillos son unos sinvergüenzas.

Hay, pues, una componente de irracionalidad en el comportamiento humano que debe ser adaptativa en relación con la dinámica de selección de grupo. Si lo es, no se puede dudar de su utilidad y sentido. Tengámoslo en cuenta a la hora de elaborar nuestros modelos explicativos, es decir, nuestras interpretaciones inductivas. Despreciar todo lo que no es instrumental a la interpretación mecanicista y tecnolática de la realidad es, si lo pensamos bien, más pueril todavía que defender los efectos sobre la salud de las flores de Bach o la capacidad de la señal de la cruz para ahuyentar malos espíritus.

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Esta entrada ha dado lugar a un interesante debate en Facebook:

Pablo Torrella: Interesante, aunque no coincido plenamente en afirmar que los incondicionales votantes del PP lo hacen por el hecho que comentas. Personalmente, creo que puede ser que algunos casos así sea, pero otros y puede que la gran mayoría, lo haga de manera frívola únicamente por intereses en su parcelita, pues este es el partido que les asegura que será ahí, con ellos en el poder, donde a título personal se continúen preservando sus desfalcos y sus círculos de poder.
¿Tú crees que los grandes y medianos empresarios -y peor aún sus esbirros y satélites- prefieren a otro distinto al PP en el gobierno? Yo creo que les resulta indiferente, con tal de que se perpetúe su cazo fiscal.

José Luis Yela: Ya, yo tampoco lo afirmo. Es una hipótesis. Puede explicarlo en parte, aunque seguro que hay otras razones.
De todas formas, no se me había ocurrido pensar en empresarios, sino en curritos rasos. Que los empresarios voten a un partido procapitalista extremo me parece normal; que lo haga el currito del tercero, me parece que solo se puede explicar por algún tipo de mecanismo como el que planteo.

Rosa Montañas: Interesante, aunque yo en lo que NO coincido es (perdóname querido en la pesadez) en insistir en la inutilidad de las flores de Bach. Yo he visto con mis propios ojos lo espectacularmente que funcionaban con mis perros (en concreto Rock Rose contra el pánico a los truenos, tiros y cohetes, cambiando en segundos el cuadro de terror adrenalínico con babas y pupilas dilatadas, al borde del puro shock nervioso, a otro infinitamente más relajado de simple atención a los sonidos) que ya me aburre oír tanta campaña en contra de lo que no se sabe, no se puede o no se quiere demostrar «científicamente». Ahora dime que he sido una observadora subjetiva, o que los perros son susceptibles de efecto placebo. Un beso!!!
PS: Siento haber despistado el verdadero tema del post. Sólo quería decir con todo ese rollo que mejor pongas otro ejemplo!!!

José Luis Yela: ¿Quién y cómo le dio las gotas al perro? El efecto placebo es asombroso, y los perros son extraordinariamente sensibles.

Rosa Montañas: las gotas se las daba yo misma, la primera vez casi a la fuerza, abriéndole la boca. El efecto fue instantáneo. Las siguientes veces que se metía debajo de la mesa asustada por una tormenta, se animaba en cuanto me veía llegar con las gotas y casi parecía agradecer que se las diera. Más detalles: un momento antes de las gotas no quería saber nada de la comida, ni siquiera de la más rica d las golosinas. Un momento después de las gotas, se zampaba lo que le diera, a pesar de los truenos, aunque no salía de debajo de la mesa, por precaución perruna supongo.

José Luis Yela: Tu perro es un zombi. 😀
No, en serio. Jamás había oido nada semejante. Es digno de estudio. Las flores de Bach comparten el mismo principio básico que la homeopatía, es decir, contienen una cantidad minúscula de principio activo en una gran cantidad de agua, más un par de gotitas de coñac. En todas partes se dice que los efectos tardan tiempo, a veces semanas, en notarse. Me temo que la reacción de tu perro responde a otras motivaciones, por ejemplo, a que asoció el hecho de que le quisieras dar algo con tu protección frente a los truenos, o algo así.

Rosa Montañas: Ay, mi muy querido escéptico. Hay tantos misterios arcanos que la ciencia aborrece porque no entiende ….
Ahora en serio, esto de las gotas lo comprobé un montón de veces con mi mastina. Y con mi otra perrita también. Y la flor en concreto me la recomendó un naturópata que lo había probado con otros perros. Y yo misma he salido de varias depres gordas con flores de Bach y deporte, con cero medicamentos y cero visitas a psiquiatras. Y hay un remedio de Back que le llaman Rescue Remedy hecho con 5 flores que hace maravillas con animales atropellados y traumatizados, por ejemplo, o con árboles que se transplantan en condiciones difíciles. Y te contaría mil milagros de un potingue homeopático que se llama Traumeel que me ha arreglado tantas cosas que alucinarías. Pero en fin, imagino que me dirás que se trata de un vulgar efecto placebo…

José Luis Yela: ¡No! Vulgar no. Placebo si. ¡Y el efecto placebo es importantísimo!

Rosa Montañas: Puede. ¡Si no digo que no! Pero tengo formación científica, sé observar y sé leer en lo que veo, y experimento, observo, observo mucho… El efecto placebo puede («puede») explicar muchas cosas. Pero su efecto en los bichos me contarás cómo se explica. Por cierto, conozco a una veterinaria homeopática que trabaja con caballos de pura raza, que valen una pasta, y cuyos dueños no los pondrían en manos de cualquier mindundi… y sé más, y más, muchas más cosas… Mai dici mai, como dicen los italianos…

José Luis Yela: Entonces, ¿los científicos somos unos vendidos al poder del capital, unos nihilistas aborrecibles, y encima tontos que no hemos sido capaces de descubrir en tanto tiempo que la homeopatía produce efectos positivos diferentes de lo que cabría esperar por simple azar? Mira que somos idiotas, con lo que nos esforzamos… Yo cada dia sé menos, está claro.

Rosa Montañas: No seré yo quien discuta contigo, al menos de estos temas. Cada uno tiene derecho a percibir, sentir, pensar y confiar en lo que le parece oportuno, no crees? Muchas veces, «saber» puede quedarse al margen. Todo es incierto. Besos.

José Luis Yela: De ninguna manera. El «todo es incierto» es una justificación, un subterfugio, que usamos comúnmente para no enfrentarnos al (duro) proceso de acotamiento de la incertidumbre, concomitante al método científico. En este contexto, no tiene sentido hablar de derecho; por más que el creacionista tenga todo el derecho del mundo para seguir anclado en una cosmovisión arcaica, no por eso la evolución va a dejar de ser un hecho documentable mediante pruebas objetivas (sistemáticas, repetibles). Las dos cuestiones clave, interrelacionadas entre si, son tener clara la distinción radical entre un hecho (la evolución es el cambio de las formas vivientes a lo largo del tiempo) y una opinión (la evolución se produce solo por procesos genéticos) y entre el procedimiento habitual que los humanos tenemos para explicarnos la realidad (inductivo, que es subjetivo) y el procedimiento que ha desarrollado la ciencia durante los últimos siglos (deductivo, que acota la subjetividad a través del contraste repetible de hipótesis). Puedes ver las diferencias en https://joseluisyela.wordpress.com/…/el-color-del-cristal/.
Por otro lado, una cosa es el conocimiento contrastable (episteme de los griegos) y otra el conocimiento en términos generales, no necesariamente contrastable, incluidas la filosofía y la lógica (gnosis, de los griegos). Confundir ambos dominios conceptuales produce ese limbo en el que se sitúan los argumentos de tantísima gente hoy día, incluso personas del ámbito académico, que acaban afirmando cosas tan candorosas como esa de que «cada uno tiene derecho…». Pues claro que si, cada uno tiene derecho a suicidarse como le dé la gana, y desde luego no voy a ser yo quien diga lo contrario. Ahora bien, lo suyo es suicidarse con un cierto conocimiento de causa (con clase y dignidad, como decían Siniestro Total). Porque si te suicidas, no hay vuelta atrás.
No sé si me explico.
Besos.
(A mi no me paga la industria, sino el contribuyente. Luego tengo total libertad para indagar en aquello que quiera, y para publicar mis resultados donde quiera. La única motivación que me mueve es la de indagar en la realidad, es decir, poner las cartas sobre la mesa. Y lo he repetido hasta la saciedad: algunas terapias mal llamadas «alternativas» o «complementarias» funcionan bajo ciertos presupuestos, y de ello se aprovechan toda clase de sinvergüenzas para crear sus negocios, justificándolos con toda una filosofía delirante (porque dentro del procedimiento inductivo cabe todo, al no haber contraste crítico) y aprovechándose de la credulidad y de la necesidad de ignorantes, ingenuos y gente de buena voluntad (que carecen de la virtud del escepticismo, en tanto que sentido crítico). En el otro extremo, los cientifistas, es decir, quienes invocan al método científico de manera dogmática, ridiculizan todo aquello que no pueden medir ni contrastar, metiendo en el mismo saco aquello que no se ha podido explicar todavía y aquello que se ha demostrado razonablemente bien que es falso, con lo cual lo que consiguen es el rechazo de esos mismos ignorantes, ingenuos y gente de buena voluntad. Entre medias quedamos los científicos en sentido estricto, que en el fondo seguimos siendo unos grandes incomprendidos. En parte, porque no sabemos explicarnos. Yo lo intento, como puedo. Aunque se me llame escéptico, en tanto que desconfiado o arrogante).

Rosa Montañas: Me rindo. Besos!

José Luis Yela: Nunca. ¿Cómo que te rindes? De eso nada. Replícame, cuando puedas.

Rosa Montañas: Nada. Sólo indicar que yo no he expuesto «mis opiniones» sobre la homeopatía ni sobre las flores de Bach. Simplemente te he contado unos hechos que he constatado con mis ojitos, o sobre mi persona. ¿Que son observaciones sometidas a un sesgo personal? Pues puede ser. Tú mismo has dicho que la reacción de mis perras merece un estudio. ¿Por qué nadie (quiero decir ningún científico) enfoca los estudios sobre ciertas cosas de maneras diferentes, por ejemplo intentando eliminar el factor placebo trabajando con animales o bebés? porque no hay huevos de enfrentarse a cosas que «puede» que los científicos (no la ciencia futura, ojo) no sean capaces de explicar. O que los resultados de tales hipotéticos estudios tiren demasiados palos de demasiados sombrajos. O sistemas médicos o económicos, o paradigmas enteros. ¿Hay alguien que conozca cuáles son los mecanismos moleculares o bioquímicos que explican los comportamientos intuitivos, la telepatía, la radiestesia….? ¿o eso también son patrañas,porque nadie ha demostrado científicamente que tales fenómnos puedan replicarse consistentemente…? En fin, querido. Yo no soy científica ni pretendo serlo. Me suspendieron un montón de veces la bioestadística porque me parecía espantosa, árida y arbitraria, y no la tragaba, por mucho que sea el superpilar del método científico. Qué más puedo decirte? Muchas más cosas, claro. Pero no importa. Besazo!

José Luis Yela: No, no, eso no es cierto. Hay cada vez más estudios de científicos no vinculados con la industria (es decir, independientes) que, mediante diseños experimentales rigurosos, tratan de evaluar el efecto de productos homeopáticos sobre diferentes tipos de personas y animales. No hay más que husmear en la bibliografía, por ejemplo usando Scholar Google. Y las conclusiones son unánimes: no se encuentra ningún efecto que difiera significativamente de lo que cabría esperar por azar. Dicho de otra manera: no tenemos ninguna garantía de que esos métodos funcionen, y cuando funcionan parece que es por efecto placebo. La cuestión clave aquí es que no hay ninguna (NINGUNA) razón para dudar de la honestidad de todos esos científicos, que no trabajan para defender a ninguna industria ni están a favor ni en contra de ningún paradigma. Obviamente, dejo fuera de esta argumentación a los técnicos pagados por las mafias farmacéuticas y demás; esos son francotiradores de la ciencia o científicos «de carnet», cuya credibilidad es igual a cero (mientras no se demuestre lo contrario). Cuando algún científico (sensu stricto) descubre algo que no casa con los paradigmas, lo que hace es escribirlo, como siempre. Antes de Darwin nadie apostaba por la selección natural; antes de Einstein, nadie se imaginaba de la relatividad general podría ayudarnos a explicar el origen del universo. La ciencia no es estática, sino que va cambiando. Y eso es porque admite que cometemos errores y que hay siempre un nivel de incertidumbre. Cosa que no aceptan los creyentes de cualquier ideología, que se rigen por dogmas.
Sobre los comportamientos intuitivos hay una literatura vastísima, que enfoca el asunto desde la psicología y desde la neurofisiología; por lo que yo sé, que no es mucho, se conoce todavía poco sobre los mecanismos moleculares precisos, pero hay mucha gente investigando en ello. Probablemente dentro de poco haya también alguna síntesis de lo que se conoce hasta ahora sobre telepatía, que es mucho y que, aunque reconoce ciertos hechos con base empírica, desmonta también muchos mitos. En Scholar Google se puede rastrear también muy fácilmente el estado de la cuestión, aunque insisto en que hay que fijarse siempre en quién financia las investigaciones (lo que se encuentra en el capítulo de Agradecimiento de las publicaciones).
Nada es una patraña porque no se haya podido demostrar y replicar consistentemente. Lo es cuando, sin prueba alguna que no sea la de observaciones o experiencias subjetivas (=en las cuales el efecto puede estar causado por aquello que creemos subjetivamente que lo causa o por infinidad de terceras variables, que no se pueden controlar más que experimentalmente), se asegura que el fenómeno ocurre, asumiento que existe causa-efecto y que es universal. Igual que tú, yo también tengo experiencias personales que no encajan con las explicaciones ortodoxas. Por ejemplo, el cese casi inmediato del dolor agudísimo que tenía en la cadera tras someterme a terapia cráneo-sacral. ¿Fue placebo? ¿Me funcionó a mi por ser como soy? No lo sé, pero funcionó, y llevaba meses hecho polvísimo y con el diagnóstico médico de artrosis sacro-iliaca avanzada. Lo que los médicos dijeron es que me fuera acostumbrando al dolor, porque no tiene cura. Pues han pasado diez años, y aquí estoy con mi huerta y con mi trabajo de campo. Me canso y me duele algo la espalda, pero es porque ya no tengo 30 años y sigo con la misma marcha que entonces, y a veces incluso más. Pero el dolor bestial desapareció. Experiencias parecidas podría contar de la acupuntura y del reiki. Lo que no puedo hacer es decir que esas técnicas funcionan de manera universal, porque no se sabe, ni tampoco puedo asegurar que la mejora de mi estado no fuera debida al extraordinario mimo con que los (verdaderos) terapéutas «alternativos» tratan a los pacientes. No lo sé. Fui entrevistado en un programa de radio sobre esto, hace un par de años. Hay que defender lo que uno siente; pero hay que ser cauto con las interpretaciones.
Me duele cuando personas cultas y formadas dicen eso de «no soy científico». No hay que ser científico para entender lo que significa la ciencia. Y sería extraordinariamente importante que todo el mundo lo entendiera, porque por un lado se evitarían innumerables conflictos (debidos a las concepciones erróneas y los prejuicios) y por otro se evitaría la fe ciega en ideas o fenómenos que pueden ser verdad, pero también pueden ser mentira. Gracias precisamente a eso, los embaucadores pueden vender sus elucubraciones como si no hubiese ninguna duda sobre ellas, lo que causa un daño enorme. No menor que el que causan los defensores de los dogmas cientifistas y los tecnólatras.
Por cierto, la estadística es simple y preciosa. Una vez más, lo que fallan son los docentes y el sistema de enseñanza. Es ridículo que a una persona que se acerca al estudio del mundo natural se le trate de explicar el fundamento matemático profundo de los procedimientos y se le exija que se los aprenda. En qué cabeza cabe. Eso se entiende mucho después, cuando uno ha adquirido intuitivamente las ideas y ha operado de manera rutinaria con los métodos más elementales. Claro, luego pasa lo que pasa, que la gente odia la estadística. Como odia las matemáticas o la física. O como odia la filosofía, que no he visto materia que se explique tan nefastamente (en general).

Rosa Montañas: Gracias por tus explicaciones! Eres un crack. Pero yo también soy muy prudente a la hora de interpretar lo que observo, precisamente porque (aunque sólo sea por haber estudiado una carrera de ciencias) sé perfectamente que se me pueden estar escapando muchos factores. Pero no puedo evitar ser experimental e «interrogante». todo me lo pregunto y todo me lo cuestiono, pero aún así y a pesar de mi nulo método científico he conseguido «acorralar» hechos en el sentido de encontrar consistencias.(a mis perras el Rock Rose les quitaba el terror; en mí y otras personas he observado efectos sorprendentes del Traumeel…) (ojo, y sólo del Traumeel, no puedo hablar de otros productos homeopáticos; he llegado a oír a «antihomeopáticos» defender que el Traumeel funciona por que las concentraciones de sustancias activas que lleva no son propiamente homeopáticas; vale, admitamos pulpo como animal de compañía y que el Symphitum, Calendula, Bellis, Arnica, Achillea, Echinacea… etc etc que contiene esta cosa se encuentran en cantidads químicamente o farmacológicamente activas… Bien, entonces si estas moléculas naturales funcionan ¿porqué BigPharma sigue empeñada en tratar la inflamación con corticoides y AINS… que son todo menos inocuos? Tal vez esta «constatación» ( = que nos engañan como a chinos) me lleva a mirar con malos ojos y meter en el mismo saco a quienes denostan las terapias blandas y no químicas. Dicho esto: de cuando en cuando me tomo algún frenadol si pillo un catarro gordo. Ya hay demasiado sectarismo por el mundo. Besazos!

José Luis Yela: Exacto. Lo de la industria farmacéutico-médica es un horror. En realidad, es un horror tratar todo bajo el prisma de la máxima productividad, del efecto más rápido y del mayor ahorro de dinero, incluso si se trata de la salud. Porque nos lleva a confundir fines con medios y a perder la perspectiva de la vida. Nos lleva a instrumentalizarlo todo, y a olvidarnos de que estamos viviendo. ¡Estamos viviendo, ni más ni menos! Besos.

Rosa Montañas: Vivamos!!! Y no dejemos de preguntarnos todo.

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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4 respuestas a La utilidad de las cosas

  1. garceslogia dijo:

    Hola, Al ver la temática del post, me ha venido a la cabeza que en su día escribí una corta reflexión sobre este tema que puede venir a colación…
    https://garceslogia.wordpress.com/2018/08/10/lo-util/
    Espero que no lo consideres como spam 8-), Saludos cordiales y un placer leerte

    • No, por qué lo iba a considerar SPAM. Aquí solo se eliminan los insultos y las descalificaciones personales que no aportan nada, y que encima son (o pretenden ser) anónimas.
      La verdad es que no acabo de pillar bien el sentido. Al principio, en una primera lectura, me ha parecido que defendías la postura hiperpositivista: solo vale lo que es útil, en el sentido de práctico. La cita de Marcuse puede interpretarse en esa dirección. Después matizas y asumes que previamente es necesario definir el criterio de utilidad. Y, en ese contexto, el último párrafo me desconcierta. Seguramente es que no lo acabo de entender. Tengo que reconocer que llevo unos cuantos días en modo adoquín.
      Gracias por pasarte y comentar.

      • garceslogia dijo:

        jaja mirándolo al tiempo casi no me entero ni yo…Quería decir que en el mundo presente (empresarial, negocios, etc) siempre nos empujan hacia una determinada forma de entender la existencia, la obtención de beneficios a corto plazo mediante lo que ellos llaman «lo útil», cuestionando esta consideración por ser totalmente subjetiva. Las 5S´s son las reglas que definen el el paradigma de la productividad empresarial (muy en boga hace unos años) https://es.wikipedia.org/wiki/5S
        Saludos

      • ¿Ves? En modo adoquín. La verdad es que es duro lo que está ocurriendo, y hay momentos en que el espanto ante la actitud de una buena parte del personal como que me bloquea, de puro terrible que resulta. Sin fín, a ver si se despeja un poco la situación, y con ella las neuronas superiores…

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