La involución inevitable

Los terribles acontecimientos de estos días, culminados hoy cuando un grupo numeroso de fascistas ha amenazado a un grupo de políticos que se habían reunido en Zaragoza para hablar de soluciones pacíficas, de concordia y de tolerancia, le dejan a uno postrado. A mi me quedaba la ingenua esperanza, como casi siempre, de pensar que algo, alguien, no sé qué, nos libraría de la que se avecina, o más bien de la que ya tenemos encima. Pero es que había poca alternativa. Lo veíamos venir desde hace mucho. Algunos ilusos celebramos en su día con íntima alegría la llegada al poder de Felipe González, con la esperanza de que por fin se tomara el toro por los cuernos y se convocara un proceso constituyente, cerrándose la “transición” y abriendo paso a una España nueva. Lo que Felipe trajo fue, sin embargo, OTAN de entrada no (un inmenso jarro de agua fría por lo que significó su discurso y su actitud ladina, más que por las consecuencias prácticas del asunto), GAL, Lasa y Zabala, Roldán y la “cultura del pelotazo” y un largo etcétera de fenómenos desgraciados que demostraron que Felipe era completamente incapaz de convocar algo así, aunque él en principio lo hubiese deseado. La distancia que separa las declaraciones de intenciones de lo que acaba ocurriendo en la realidad nos permite calibrar la capacidad de quien efectúa las primeras. Para haberse enfrentado a la situación “atada y bien atada” habría hecho falta una verdadera cabeza pensante sobre una voluntad enérgica, un verdadero estadista, alguien cabal, sensato, honesto, con visión de futuro y grandeza de espíritu. Felipe ya ha dejado bien demostrado lo que es. Y a partir de ahí, se acabó lo que se daba; la época de Aznar fue una primera vuelta al pasado más lúgubre, cuya guinda más macabra se puso en las Azores, la de Zapatero una pedorrez rotunda (no se me ocurre mejor palabra, y llevo un rato buscándola) y lo de ahora, pues eso, lo que estamos viendo, un auténtico despropósito, propio de ánimos mezquinos, fariseos y completamente al margen de lo que la situación demanda. Temo volverme a confundir, pero quizá la mente más lúcida ahora mismo sea la de Garzón, precisamente. Pero ahora ya está la fiera desatada, y los becerros que espetan sin rubor toda clase de insultos a quienes pueden hacer tambalearse su castillo de prebendas, o simplemente su situación de estabilidad y normalidad ficticias, andan ya a pedradas contra todo el que osa ponerles en cuestión. “Pensar y dialogar, ¿para qué? Lo que necesitamos es mano dura”, dicen los frustrados. Y frustrados con razón, con toda la razón; lo que se ha estado repartiendo durante estas décadas ha sido basura, mediocridad, pan para hoy y hambre para mañana, a pesar de las visiones paradisiacas de toda una tropa de ufanos cantamañanas (académicos o no), incapaces de pergeñar lo que hay más allá de su cómoda butaca. Y no aprendemos. Acabaremos mal. Se masca.

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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