En el blog “Ciencia Con Futuro. Otra ciencia es posible” acaba de aparecer un texto titulado “Mucho esfuerzo para poca recompensa” (https://cienciaconfuturo.com/2017/01/11/mucho-esfuerzo-para-poca-recompensa/), que literalmente dice así:
“El pasado día 4 de noviembre de 2016, Nature publicó en su sección de noticias una encuesta sobre algunos de los desafíos a los que se enfrenta la ciencia. Dicha encuesta fue realizada entre los lectores de la revista, consiguiendo casi 13000 respuestas. Los resultados más llamativos fueron que casi dos tercios de los lectores habían considerado dejar la ciencia en algún momento y que un 40% de ellos trabajaban más de 60 horas a la semana. Además, para un 44% de las personas que respondieron, la lucha por la financiación es el desafío más importante.
En Ciencia Con Futuro nos hicimos eco de la encuesta de Nature, pero además pusimos en contacto con la revista para sondear la posibilidad de conocer los datos correspondientes a España. Desafortunadamente, desde Nature nos comunicaron que no tenían los datos desagregados por países. En consecuencia, en Ciencia Con Futuro decidimos lanzar nuestra propia encuesta, ya que consideramos que, dadas las circunstancias del sistema científico español, los datos referentes a nuestro país podrían ser más llamativos si cabe.
La encuesta se realizó empleando la aplicación de formularios de Google y se difundió a través de una entrada en el blog de Ciencia Con Futuro, así como de nuestras cuentas en Twitter, Facebook y Whatsapp, estando disponible online desde el 11 hasta el 30 de noviembre. Además de las preguntas que se publicaron en Nature, nosotros incluimos algunas más para poder extraer resultados más concluyentes:
1. Centro
2. Edad
3. Centro de trabajo
4. ¿Cuántas horas a la semana trabajas de media?
5. ¿Cuál crees que es el mayor desafío para los jóvenes científicos?
6. ¿Los desafíos de la investigación alguna vez han significado que hayas…?
7. ¿Te sientes desprotegido/a como trabajador/a por el sistema científico?
A la encuesta respondieron 1429 personas, de las que el 51,1% eran mujeres y el 48,9% eran hombres. De ellos, casi la mitad (48%) manifestaban trabajar en la universidad, un 45% en los OPIs (incluido el CSIC) y el resto (7%) en el sector privado. Puedes ver los resultados completos de la encuesta en este documento (https://cienciaconfuturo.files.wordpress.com/2017/01/artc3adculo-encuesta.pdf), pero aquí te mostramos los más relevantes:
1. Un 59% de los encuestados afirmó que el desafío más importante al que se enfrenta la Ciencia en España es la lucha por la búsqueda de financiación.
2. Entre los menores de 25 años, eran el 80% los que incluían este desafío.
3. 7 de cada 10 científicos encuestados han considerado en alguna ocasión abandonar la ciencia.
4. En la franja de edad entre 25 y 35 años, son 8 de cada 10 los científicos que han pensado en dejar su profesión alguna vez.
5. Un 74% de los encuestados afirmaba sentirse desprotegido por el sistema científico español siempre o casi siempre.
6. Esta cifra se elevaba al 84% entre las mujeres de 30 a 35 años.
En estas condiciones, no es de extrañar la desesperación que se extiende entre los investigadores españoles, muchos de los cuales han tenido que optar por emigrar para encontrar oportunidades más allá de nuestras fronteras, donde la lucha se centre en la consecución de objetivos y desafíos científicos y no en superar las barreras que el sistema coloca a cada paso.
A la luz de estos resultados, los responsables políticos deberían tomar cartas en el asunto con la mayor urgencia, aunque nos tememos que las consecuencias de años de desinterés y desprecio sean ya irreversibles.”
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Las reacciones no se han hecho esperar. Como no es infrecuente, he aprovechado la ocasión para explayarme:
MHG: Mucho desánimo!!!
“Un 74% de los encuestados afirmaba sentirse desprotegido por el sistema científico español siempre o casi siempre”
IZA: Esto está entre chungo y muy chungo!
José Luis Yela: Y qué esperábamos… Entre la desidia política secular hacia la ciencia y el elitismo dominante entre nuestros científicos manijeros (excelentes + tramposetes de todo pelaje), sale lo que sale. Esto es Ejpañistán, señor@s.
MHG: De acuerdo con los dos, Iñigo y José Luis!!! Lo peor es ver a la gente joven sin posibilidades de seguir con la investigación después de muchos años de formación!!! Es penoso…
JJGF: Si no me equivoco, creo que en la encuesta solo tienen en cuenta a los que tienen algún tipo de remuneración, pero y los que no cobran? y trabajan igualmente, creo que debería tenerlos en cuenta. O cuando,. con suerte, se consigue un proyecto pero no se permite contratar personal, pero aún así siguen por “amor a la ciencia”. O los que no consiguen becas, aún teniendo expediente más que suficiente para ello, porque en los baremos también evaluan a un director que si no tiene publicaciones de impacto no hay nada que hacer. O a los que no pueden acceder a ayudas porque entre los requisitos parecen haberse puesto de acuerdo en pedir que no haya pasado más de 4 años que acabaron la carrera. Se ve que pasado ese tiempo el cerebro ha degenerado. Bueno no sigo que me enciendo.
José Luis Yela: Normal que te enciendas. Si se tuviera en cuenta a todos los que están pero no cobran, el paisaje (reconocido) sería más desolador. O, dicho de otra manera, el paisaje real habría quedado mucho mejor retratado.
MHG: Sé de lo que hablas por experiencia propia, JJGF y ahora mismo tenemos dos doctorandos haciendo la tesis sin beca (que tiene mucho mérito). Y me cabrea mucho q nunca te recorten el material inventariable y /o fungible de los proyectos pero no te den nada para personal…
IZA: Las oportunidades para prosperar en el mundo de la ciencia en nuestro entorno (CAPV) son prácticamente nulas y las pocas que hay están muy dirigidas. De cuando en cuando hay afortunados que pueden recoger algo, pero no es algo habitual. Quizá algún día cambie, pero mientras tanto, habrá generaciones de gente muy buena que tenga que orientarse hacia otros quehaceres.
José Luis Yela: IZA, cuando yo estaba en una situación así, la mayoría de los colegas experimentados me decía que lo que tenía que hacer era “publicar, publicar y publicar”. Someterme, vamos; la misma mierda que todos escuchamos de niños y adolescentes, desde el Jardín de Infancia hasta el Bachillerato. Durante muchos años me debatí entre la idea de que nunca conseguiría ser científico de profesión, aun siéndolo de vocación, y el sentimiento de culpa por ser rebelde a lo que consideraba un sistema profundamente injusto y no “producir” lo que se demandaba de mí. Tras muchísimos avatares, tuve (cierta) suerte, y aquí estoy. Pero cuando echo la vista atrás me doy cuenta de lo que se ha encanallado este negocio, que de una situación delicada y malsana para todo aquel que no era una lumbrera y que no se dedicaba en cuerpo y alma a publicar ha pasado a una situación demencial y declaradamente enfermiza, habiéndose desplazado el papel del investigador hacia la figura del empresario de bienes, alejándose del de inquiridor de preguntas. La sociedad se ha vuelto mucho más pragmática, y los científicos hemos reaccionado adaptándonos a ello (en vez de poniéndonos firmes y echando el freno al desmán). La frase “vendrán tiempos mejores” me ha estado persiguiendo desde que empecé la tesis, en 1982; han pasado 35 años y jamás han ido a mejor, aunque los mismos papagayos sigan insistiendo con su misma vieja letanía y traten de convencernos del enorme progreso logrado (¿acaso es estructural, señores? ¡Entonces!). No van a ir significativamente a mejor nunca, mientras el sistema de organización que nos rige sea de tipo mercantilista e instrumental al poder. Desde hace ya bastantes décadas, la investigación no es una profesión mantenida por gobiernos que deciden apostar por invertir en conocimiento, aun a sabiendas que la mayor parte de dicha inversión será en definitiva inservible en términos prácticos; ahora ya es inseparable de ese otro término denominado “desarrollo”, que para el sistema capitalista (independientemente de su inclinación keynesiana o neoclásica) significa producción de bienes con crecimiento económico positivo. Esta es, en definitiva, la clave. Y no hay de momento nada que haga pensar que las cosas puedan cambiar. La ciudadanía, y los científicos como parte de ella, seguimos actuando no ya como si este sistema fuese el mejor, sino como si fuese el único posible, tragándonos el sapo por hinchado que esté e incluso, cuando llega el momento, defendiéndolo. Si a esto le añadimos las particulares circunstancias históricas de esta tierra de señoritos y sirvientes, no nos será nada difícil pronosticar lo que nos espera. Alguno de los jóvenes meterá la cabeza, sobre todo si tiene buen padrino o si es un auténtico fuera de serie; el resto se tendrá que comer los mocos y trabajar para Monsanto, por ser contundente y decirlo en pocas palabras.
Ahora, sigamos todos sentados delante de nuestras pantallas y pensando en lo nuestro, y escuchando los mantras rutinarios de quienes nos consideran exagerados a quienes lo vemos como yo. “Asegurad vuestra posición, que nadie va a hacer nada por vosotros”; escuchad a la voz de la experiencia individualista, semilla de la competencia oportunista, madre de la ideología neoliberal.
IZA: Hombre, para eso estamos los rebeldes!
José Luis Yela: Rebeldes ha habido siempre. No sirve de nada si no hacemos masa crítica. A las pruebas me remito.