Seguimos hablando de ciencia, esta vez en Facebook:
: Hoy se cumplen 63 años de la publicación en Nature del descubrimiento de la estructura helicoidal del ADN por Watson y Crick. ¿Puede ignorarse la enorme trascendencia de éste y otros descubrimientos para el avance de nuestra concepción del mundo? No, so pena de caer en simplicidades inaceptables. ¿Significa esto que debamos renunciar totalmente a las interpretaciones simbólicas y trascendentales? Tampoco, y afirmarlo es tan pueril como tenebroso, por las consecuencias tanto personales como sociales que derivan de ello, al despojar a la vida de cualquier sentido profundo no meramente mecanicista. Lo que aconseja una visión no cerrada de las cosas es una reinterpretación constante del conocimiento secular a la luz del conocimiento reciente. Tanto quedarse anclado como desarraigarse es condenarse uno mismo a perderse una parte importante de la función.
José Luis Yela: Pues he ahí uno de los graves problemas de nuestro mundo actual. Que, independientemente de las cuestiones semánticas, muchas personas mueren sin ni siquiera haberse ocupado de resolver el dilema sobre la trascendencia. Es fácil no llegar a planteárselo siquiera, asumiendo que no hace ninguna falta. De ahí a denostar las humanidades, y otras lindezas parecidas, solo hay un paso.
DGI: Yo soy de la opinión de que en éstos temas la realidad se ciñe a la experiencia, a las sensaciones. Mueren con uno, junto con lo tangible. Entonces el amor, la trascendencia y todo eso es » sentir, experimentar» , son cuestiones efímeras, pero no por ello poco importantes. Porque, al final, lo que hacermos en ésta vida es sentir. El que no sean medibles o evaluables por la ciencia no las hace intrascendentes.
FSM: A mi entender, las «interpretaciones simbólicas y trascendentales» han ido cayendo una tras otra conforme avanzaba la ciencia. Luego ya es cosa de cada cual la importancia y el peso que les dé en su vida.
José Luis Yela: Considerar a la ciencia como la antítesis de lo simbólico y trascendental es no solo una equivocación mayúscula, porque, aunque distintas, evidentemente no son cuestiones antagónicas, sino que además tiene dos consecuencias nefastas: 1. el desprecio, por parte de las mentes ultramecanicistas, de toda interpretación no racional de lo no inmediatamente explicable por la razón, y 2. el descrédito de la ciencia en los círculos sociales que no han entendido ni el significado del método científico ni el papel de la ciencia en el avance de nuestra concepción de la realidad. La idea lapidaria «o la ciencia o el caos», tan habitual hoy día, tiende a polarizar las interpretaciones hacia los extremos y a dotar de contenido dogmático al movimiento cientifista, a su vez tan extendido como poco reconocido.