De la crisis de biodiversidad, que es lo más grave que le está ocurriendo a la humanidad para su propia superviviencia, no habla casi nadie en sus términos concretos y reales. Si acaso se oye alguna referencia vaga en algún programa o se lee algo en algún suplemento dominical, como si fuera una cuestión pintoresca y lejana. Y en realidad es el eje fundamental de nuestros problemas, porque de los balances de biodiversidad y de las interrelaciones entre especies, poblaciones e individuos en las redes ecológicas albergadas en la fina capa de la biosfera depende el mantenimiento de la vida en la Tierra, en los términos que nosotros los conocemos, y muy particularmente nuestra propia subsistencia como especie. Y vamos directamente al abismo, porque ninguna de las cinco razones próximas de la crisis de extinción local y global se ha frenado, sino todo lo contrario, en buena parte porque la razón última (el inusitado número de habitantes humanos sobre el planeta, en función de nuestro tamaño individual y nuestras demandas de energía) está completamente fuera de control.
Biodiversity On Earth Plummets, Despite Growth in Protected Habitats
Y ahora viene «Rubalzparo» e insiste en que hay que reactivar el mercado del ladrillo…
(Claro que, bien pensado, tiene su lógica. Una de las posibilidades de supervivencia de la humanidad a medio plazo pasa por la eliminación de la mayor parte de la población humana por una pequeña parte, aquella más poderosa. Así que este pájaro, los que son como éste y algunos otros más puede que no estén más que labrando su propio porvenir a costa del de la inmensa mayoría. Así se ha escrito siempre la historia, al menos hasta ahora…
… aunque una amiga de Facebook, Rosario Castellanos Lerma, me puntualiza inteligentemente: «Pero aun nos queda la imaginación para pensar y para luchar por soluciones mejores. Después de todo, sin imaginación hace tiempo que habríamos desaparecido». Cierto es. La cuestión es que jamás nos habíamos enfrentado de cara a nuestra propia extinción, cuyas circunstancias hemos forzado nosotros mismos. El rasgo más sobresaliente de la especie humana, que no puede descartarse que pueda dar la vuelta a la situación, es la consciencia. Y ésta puede hacer que, cuando la situación sea totalmente crítica, un grupo extermine al resto para evitar la extinción. No es ciencia ficción. Es una posibilidad, desde mi punto de vista plausible).
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(Traducción al castellano del artículo de Tom Zeller en Huffingtonpost Green, sobre la publicación de Mora, C. y Sale, P.F., 2011. Ongoing global biodiversity loss and the need to move beyond protected areas: A review of the technical and practical shortcomings of protected areas on land and sea. Marine Ecology Progress Series 434: 251-266:
La biodiversidad en la Tierra se desploma, a pesar de su crecimiento en hábitat protegidos
A pesar del crecimiento rápido y sustancial de la cantidad de tierra y mar designada como hábitat protegido en las últimas cuatro décadas, la diversidad de especies en todo el mundo está cayendo en picado, como ha encontrado un nuevo estudio.
Desde la década de 1960 se han establecido más de 100.000 de las llamadas «áreas protegidas», lo que representa unos 7 millones de kilómetros cuadrados de tierra y casi 1 millón de kilómetros cuadrados de mar, según el análisis publicado el jueves en la revista Marine Ecology Progress Series.
Y, sin embargo, de acuerdo con un índice muy citado que se utiliza para rastrear el estado de la biodiversidad planetaria, la riqueza de especies terrestres y marinas ha disminuido de manera constante aproximadamente en el mismo período, lo que sugiere que la simple protección de franjas de tierra y el mar -una estrategia de conservación común a nivel mundial- es insuficiente para evitar la desaparición progresiva de los seres vivos terrestres.
«El problema es más grande que aquel que podría resolverse mediante áreas protegidas, incluso si éstas son gestionadas en las mejores condiciones», dijo Camilo Mora, profesor asistente del Departamento de Geografía de la Universidad de Hawai en Manoa, y autor principal del estudio. «El enfoque de las áreas protegidas es costoso y requiere mucho capital político y humano», continuó el Dr. Mora en un mensaje de correo electrónico a The Huffington Post. «Nuestra sugerencia es que debemos redirigir algunos de esos recursos para proponer soluciones de largo alcance».
La pérdida constante de biodiversidad -definida a grandes rasgos como la variedad de seres vivos-, tiene profundas implicaciones para las civilizaciones humanas, que se sustentan en ecosistemas sanos y variados, los cuales nos ofrecen una serie de servicios ecológicos indispensables que van desde la filtración del agua y la generación de oxígeno a la provisión de alimentos, medicinas, ropa y combustible.
El valor exacto de los servicios es difícil de cuantificar, pero cierto análisis económico estima que, globalmente, valdrían 33 billones de dólares.
Si bien el estudio reconoce que en aquellas áreas protegidas que están bien diseñadas y administradas se puede tener éxito en la prevención de la extinción en curso de especies y ecosistemas, hay muchos otros factores que, en conjunto, tienden a reducir aún más la biodiversidad, hablando en términos generales.
«Dentro de los límites de las áreas protegidas, tal como éstas se gestionan normalmente, sólo pueden controlarse los efectos de la sobreexplotación, de la destrucción del hábitat y de otras acciones directas de los humanos. Las áreas protegidas representan un instrumento administrativo para regular el acceso de personas y la extracción de recursos», dijo Peter F. Sale, director adjunto del Instituto Universitario del Agua, Ambiente y Salud de Naciones Unidas, y coautor del estudio. «La pérdida de biodiversidad también es causada por la contaminación, por la llegada de especies invasoras, por la conversión del hábitat natural para darle usos concretos -granjas, aldeas, ciudades- y por diversos componentes del cambio climático», dijo a HuffPost. «Ninguno de estos efectos se ve mitigado por la creación de áreas protegidas, excepto, posiblemente, la eliminación de hábitat natural para darle otros usos.»
En otras palabras, los investigadores, que basaron su análisis en una amplia gama de datos globales y en una revisión de la literatura existente, sugieren que la protección del hábitat es incapaz de contrarrestar por sí sola el ritmo de otros factores de presión sobre el medio natural que contribuyen a la pérdida de especies.
En parte, esto se debe a falta de rigor en el cumplimiento de las condiciones que deben regir los espacios naturales. Sólo alrededor del 5,8 por ciento de las áreas protegidas terrestres y 0,08 por ciento de los santuarios marinos están sometidos a reglamentos que se aplican de manera rigurosa y consistente.
Además, los autores hacen constar que la mayoría de las investigaciones sugieren que entre el 10 y el 30 por ciento de los ecosistemas del planeta necesitan ser protegidos para conservar una biodiversidad óptima [NOTA MÍA: ESTO ES ERRÓNEO, QUIERE DECIR “BIODIVERSIDAD MÍNIMA”]. A pesar de lo que parece ser una recuperación rápida de biodiversidad en las áreas protegidas, el ritmo es sin embargo demasiado lento para alcanzar las metas requeridas a corto plazo. De acuerdo con el estudio, en tierra el objetivo en relación con el 10 por ciento no se alcanzaría, en el mejor de los casos, hasta 2043. El objetivo en relación con el 30 por ciento no se lograría hasta 2197. Los porcentajes equivalentes para los santuarios marinos podrán alcanzarse en 2067 y 2092, respectivamente.
Los autores constatan que estas proyecciones, en todo caso, son casi con seguridad demasiado optimistas, porque se espera que el ritmo de creación de nuevas áreas protegidas se reduzca considerablemente ya que los esfuerzos de conservación van en contra de las necesidades de una población humana en rápido crecimiento.
Se prevé que la demanda de pesca marina aumente hasta en un 43 por ciento hasta 2030 para abastecer la demanda de alimentos a una tasa como la actual, mientras que las emisiones previstas de CO2 para el año 2050 se espera que causen un impacto grave en más del 80 por ciento de los arrecifes de coral del mundo y que afecten a las comunidades de peces marinos a escala mundial , causando extinciones locales y facilitando invasiones que conducen a cambios de hasta un 60 por ciento en la composición de especies. En tierra, se espera que la creciente población humana y la demanda de vivienda, alimentos y energía aumente sustancialmente la intensidad de los factores de presión relacionados con la conversión de la tierra silvestre en tierra agropecuaria y urbanizada, como son por ejemplo la liberación de nutrientes agrarios y otros contaminantes, el calentamiento del clima y la alteración del ritmo de precipitación. En resumen, el alcance de la cobertura que las áreas protegidas ofrecen a la biodiversidad es aún limitado y está creciendo a un ritmo más lento que las propias amenazas a la biodiversidad que se están fraguando. Se espera que la población mundial supere los 7 mil millones de personas en octubre, según nuevas estimaciones de la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. Esto significa un aumento de mil millones de personas en alrededor de una docena de años.
Otros retos incluyen el tamaño de las áreas protegidas -que a menudo son demasiado pequeñas para la supervivencia de las especies más grandes- y la falta de conectividad entre dichas áreas, que es necesaria para una dispersión genética adecuada.
Los autores del análisis sugieren que revertir las tasas de pérdida de biodiversidad requiere un replanteamiento radical de la estrategia de conservación, que redireccione los limitados recursos hacia soluciones más globales. Esto incluiría esfuerzos para reducir el crecimiento de la población humana -y sus correspondientes pautas de consumo-, así como el despliegue de tecnologías que aumenten la productividad de la agricultura y la acuicultura para satisfacer las necesidades humanas.
También es necesaria una continua «reestructuración de la visión del mundo a fin de hacerla compatible con un mundo de recursos finitos».
El doctor Sale dijo: «En ul análisis final, tenemos que reconocer que los humanos estamos presionando contra los límites impuestos por la forma en que funciona la biosfera. La pérdida de biodiversidad es un signo de ello».)