¿Aceptas el contrato?

 
El contrato (http://cabalayka.blogspot.com/2008/03/declaracion-universal-de-los-derechos.html): el nuevo contrato social para el siglo XXI

Este es un texto publicado en 2003 para conmemorar el triste aniversario de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001. Nos recuerda el contrato social que, hace tiempo, todos nosotros aceptamos. Este texto representa un acuerdo tácito que firmamos cada mañana al despertarnos con, simplemente, no hacer nada. No es una crítica social; destaca sencillamente los hechos resultantes de nuestra innegable predilección por la comodidad, la indiferencia, la ceguera y la sumisión.

 

Acepto la competitividad como base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que este funcionamiento engendra frustración y cólera a la inmensa mayoría de los perdedores.

Acepto que me humillen o me exploten a condición de que se me permita humillar o explotar a otro que ocupe un lugar inferior en la pirámide social.

Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites.

Acepto remunerar a los bancos para que ellos inviertan mi sueldo a su conveniencia y que no me den ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (ganancias que servirán para atracar a los países pobres, hecho que acepto implícitamente).

Acepto también que me descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero, dinero que proviene exclusivamente de los otros clientes.

Acepto que congelemos o tiremos toneladas de comida para que los cursos bursátiles no se derrumben, en vez de ofrecérsela a los necesitados y de permitir a algunos centenares de miles de personas no morir de hambre cada año.

Acepto que sea ilegal poner fin a tu propia vida rápidamente; en cambio tolero que se haga lentamente inhalando o ingiriendo substancias tóxicas autorizadas por los gobiernos. Acepto que se haga la guerra para así hacer reinar la paz.

Acepto que en nombre de la paz el primer gasto de los Estados sea el de defensa. Entonces acepto que los conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del stock de armas y así permitir a la economía mundial seguir avanzando.

Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía, aunque es una energía muy costosa y contaminante y estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se desvelara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía. Acepto que sería nuestra perdición.

Acepto que se condene el asesinato de otro humano, salvo que los gobiernos decreten que es un enemigo y me animen a matarlo.

Acepto que se divida la opinión pública creando unos partidos de derecha e izquierda que tendrán como pasatiempo la pelea entre ellos haciéndome creer que el sistema está avanzando. Además acepto toda clase de división posible con tal que esas divisiones me permitan focalizar mi cólera hacia los enemigos designados cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.

Acepto que el poder de fabricar la opinión pública, antes ostentado por las religiones, esté hoy en manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente que son totalmente libres de controlar los Estados, porque estoy convencido del buen uso que harán con él.

Acepto que la idea de la felicidad se reduzca a la comodidad, el amor al sexo y la libertad a la satisfacción de todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Cuanto más infeliz soy más consumo. Cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.

Acepto que el valor de una persona sea proporcional a su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades y que sea excluido del sistema si no produce lo suficiente.

Acepto que se recompense cómodamente a los jugadores de fútbol y a los actores y mucho menos a los profesores y los médicos encargados de la educación y de la salud de las futuras generaciones.

Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia podría sernos útil pues, como somos la civilización más evolucionada del planeta (y sin duda del universo), sabemos que la experiencia ni se comparte ni se transmite.

Acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que así pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es normal y cuánta suerte tengo de vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en nuestros espíritus sólo puede ser beneficioso para nosotros.

Acepto que los industriales, militares y jefes de Estado celebren reuniones regularmente para, sin consultarnos, tomar decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta.

Acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que explícitamente se me avise.

Acepto que el cultivo de OGM (Organismos Genéticamente Modificados) se propague en el mundo entero, permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias patentar seres vivos, almacenar ganancias considerables y tener bajo su yugo a la agricultura mundial.

Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y que así elijan los que harán la guerra y los que no. Soy consciente de que es mejor financiar a los dos bandos para estar seguros de ganar dinero y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible con el fin de poder totalmente arrebatar sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos.

Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de Occidente en los países desfavorecidos, considerando que ya es una suerte para ellos que los hagan trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en estos países que permiten hacer trabajar a niños en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos humanos y del ciudadano, no tenemos derecho a ejercer injerencia.

Acepto que los laboratorios farmacéuticos y los industriales agroalimentarios vendan en los países desfavorecidos productos caducados o utilicen substancias cancerígenas prohibidas en Occidente.

Acepto que el resto del planeta, es decir, cuatro mil millones de individuos, pueda pensar de otro modo a condición de que no venga a expresar sus creencias en nuestra casa, y todavía menos a intentar explicar nuestra historia con sus nociones filosóficas primitivas.

Acepto la idea de que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar o ser cazado, y si estamos dotados de una conciencia y de un lenguaje, ciertamente no es para escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo.

Acepto considerar nuestro pasado como una como una continuación ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas y de voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto ya no existe porque estamos en el summum de nuestra evolución, y porque las reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad para todos los pueblos, como lo oímos sin cesar en nuestros discursos políticos.

Acepto sin discutir y considero como verdades todas las teorías propuestas para la explicación de los misterios de nuestros orígenes.

Acepto la búsqueda del beneficio como fin supremo de la Humanidad y la acumulación de riqueza como realización de la vida humana.

Acepto la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces en los ríos y en nuestros océanos.

Acepto el aumento de la polución industrial y la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos en la naturaleza.

Acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido de que si se añaden es porque son útiles e inocuos.

Acepto la guerra económica que actúa con rigor sobre el planeta, aunque siento que nos lleva hacia una catástrofe sin precedentes.

Acepto esta situación, y supongo que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

Acepto ser tratado como ganado porque definitivamente pienso que no valgo más.

Acepto no plantear ninguna cuestión, cerrar los ojos sobre todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy demasiado ocupado por mi vida y mis preocupaciones. Incluso acepto defender a muerte este contrato si usted me lo pide.

Acepto pues, en mi alma y conciencia y definitivamente, esta matriz triste que usted coloca delante de mis ojos para abstenerme de ver la realidad de las cosas. Sé que todos ustedes actúan por mi bien y el de todos, y por eso les doy las gracias.

 
 
 
*************
 
Naturalmente, el texto es un punto exagerado y parcial. Pero en esencia revela con bastante precisión la realidad social que en parte disfrutamos, pero en gran parte padecemos, porque no hemos sabido contruir otra. Según entiendo de la entrada de donde lo he tomado, el ingenioso autor se inspiró en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que cuando uno la lee con cierto espíritu crítico se da inmediatemente cuenta de la tremenda ingenuidad o del tremendo cinismo de quienes la redactaron.
 
Por cierto, que he dejado de lado una frase que creo que es desafortunada, o por lo menos que yo no comparto. Es ésta:
"Y acepto que la naturaleza haya podido dedicar millones de años para crear a un ser humano cuyo único pasatiempo es la destrucción de su propia especie en unos instantes". A mí me parece perfectamente plausible que pueda ser así. De momento, mi interpretación del proceso evolutivo sigue siendo neodarwinista y gouldiana.
 
 

Acerca de Anarchanthropus crapuloideus

Calvo, feo, gordo y tontorrón. Este es mi perfil de acuerdo con quien más valor tiene para mí, mi adorado -y guasón- hijo Mateo. Podría añadir que soy una especie de anarcántropo crapuloideo. Pero buena gente, ¿eh?. Así que después de la presentación inicial, el resto así como más en serio: Lo mío son las cosas bien hechas, con gusto y paciencia. Me gusta el silencio, la calma. Me gusta cultivar la tierra, hacer la comida a la brasa, hacer pan, conservar las costumbres ancestrales. Me gustan las miradas firmes de las personas sin dobleces. Me gusta la esencia. Y la forma también, sí; pero sobre la esencia. Me gusta la soledad, compartida o no. Me aburren y me irritan la mediocridad rampante y la falsedad, la corrupción, la incapacidad y la indolencia que dominan nuestro día a día. Me enojan los “esclavos felices”. Soy raro, dicen. No encajo bien en los moldes convencionales. En muchas situaciones estoy a la contra. Si la inteligencia es la propiedad de adaptarse bien a cualquier circunstancia, no soy particularmente inteligente. Soy un intelectual inquieto, apasionado del mundo natural. Me fascina la vida. Y el color, los paisajes (¡el Alto Tajo!), el agua limpia, los animales silvestres (en especial los insectos, y sobre todo las mariposas), la montaña, el mar, las flores… Me hice biólogo, aunque padecí mucho durante la licenciatura; mi interés por el mundo natural me ha llevado a ser profesor universitario de Zoología y Conservación Biológica (también me entusiasma la docencia) y a fundar un grupo de investigación. Si no hubiera sido biólogo hubiera sido músico; me cautiva la música. U hortelano. O pintor. O... soñador de vencejos y hadas. No tengo estilos musicales preferidos, sino músicos preferidos: siempre se ha hecho buena música, y yo creo que ahora también (en contra de lo que opinan algunos críticos). Una relación de la música que más escucho se encuentra en http://www.last.fm/user/Troitio. Me entusiasman también la pintura y la literatura, tanto para disfrutar las creaciones ajenas como para crearlas yo mismo. Algunas frases ajenas que me han acompañado a lo largo de la vida: “Piensas demasiado para ser feliz” (dicha por la madre de la niña que más me gustó en mi adolescencia y primera juventud; yo no he estado de acuerdo en lo de que pensar “demasiado” te impida ser feliz, y de hecho me considero un privilegiado respecto a la felicidad). “Deja ya las mariposas, que no te van a dar de comer” (dicha por mi abuela paterna, que no entendía bien mi afición precoz, y que a la postre también se ha demostrado que era errónea, porque desde luego que me han dado de comer, a pesar de dedicarme a ellas y de hacerlo a contracorriente de las modas productivistas dominantes). "¿Cómo una persona que es en sí por completo un método, puede comprender mi anarquía natural?" (Richard Wagner). "Sólo aquel que lleva un caos dentro de sí puede alumbrar una estrella danzarina" (Friedrich W. Nietzsche). "Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte." (José Saramago). "El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda." (Concepción Arenal). "Estamos aquí para desaprender las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educativo. Estamos aquí para tomar cerveza. Estamos aquí para matar la guerra. Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos". (Charles Bukowski. ¿O ésta es de Homer Simpson?).
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