tú sacarnos de la O.T.A.N.
Tú convencer mucha gente,
tú ganar gran elección,
ahora tú mandar nación,
ahora tú ser presidente.
Hoy decir que esa alianza
ser de toda confianza,
incluso muy conveniente.
Lo que antes ser muy mal
permanecer todo igual
y hoy resultar excelente.
Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Cuervo Ingenuo no fumar
la pipa de la paz con tú.
¡Por Manitú! ¡Por Manitú!
cómo acabar con el paro.
Tú ser en eso paciente.
Pero hacer reconversión,
y aunque haber grave tensión
tú actuar radicalmente.
Tú detener por diez días
en negras comisarías,
donde mal trato es frecuente.
Ahí tú no ser radical,
no poner punto final,
Ahí tú también ser paciente.
Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Cuervo Ingenuo no fumar
la pipa de la paz con tú.
¡Por Manitú! ¡Por Manitú!
en comprar tontos aviones
al otro gran presidente.
En lugar de recortar
loco gasto militar,
tú ser su mejor cliente.
Tú mucho partido, pero
¿es socialista, es obrero?
¿O es español solamente?
Pues tampoco cien por cien.
Sí americano también.
Gringo ser muy absorvente.
Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Cuervo Ingenuo no fumar
la pipa de la paz con tú.
¡Por Manitú! ¡Por Manitú!
Javier Krahe escribió estos versos hacia mediados de la década del 80. Según tengo entendido, los cantó por primera vez en un concierto celebrado en Madrid acompañando a Joaquín Sabina y Viceversa, que se retransmitió por televisión. Se trata de una crítica de las posturas sibilinas de la clase política, que es capaz de contradecirse más allá de los límites de la coherencia, movida por intereses coyunturales (cuando no espurios). En particular, está dedicada al hábil pero engañoso Felipe González. Curiosamente, cuando esta canción iba a ser interpretada, las cámaras de TVE se apagaron y no se pudo retransmitir, aunque más tarde apareció en un disco que recogía el concierto entero. Muy edificante y muy demostrativo de lo que ha estado ocurriendo con excesiva frecuencia en el marco de los sistemas democráticos occidentales ("democracias representativas") durante el último medio siglo, especialmente en las meridionales, más controladas por los poderes institucionales y menos por la decisión popular. Al parecer, y yo me lo creo, Javier Krahe sufrió otras represalias e incluso amenazas, a lo que él ha comentado: "Lo único que sentí fue descubrir la baja estofa de nuestros políticos".
Pero, ¿no es acaso función esencial del creador, sea éste artista o científico, ser crítico y someter a duda los postulados establecidos? ¿Qué encierra la actitud de esos "artistas" y de esos "científicos" contemporáneos que se alinean cómodamente con las corrientes de opinión mayoritaria y que ofrecen al público fundamentalmente lo que éste quiere oír, ver o entender? ¿Qué busca David Bustamante con el producto que elabora más que vender mercancía, es decir, solucionar su vida? ¿Qué buscan los prolíficos científicos españoles, que han publicado durante las últimas dos décadas infinidad de artículos más que sus colegas de la mayor parte del resto de países pero cuya repercusión, con notables excepciones, ha sido mínima? Negociar, vender el producto, subirse al carro del productivismo en vez de plantar cara, mediante la razón y la palabra, al despotismo de la banalidad imperante. En definitiva, contribuir a la dinámica insostenible de la filosofía de mercado tecnocrática predominante (mejora de la calidad en los medios para estimular la productividad o cantidad de bienes y servicios) frente a las posturas humanistas, no tecnocráticas, que defienden la calidad de vida en sí misma (por más que mantenerla suponga una merma de la cantidad de bienes y servicios disponibles). Bajo la excusa de que es indispensable adoptar una postura posibilista para lograr algún objetivo, lo cual es probablemente cierto, una buena parte de la academia española actual (artistas y científicos), especialmente la que no sobrepasa los 50 años, se ha transformado en un colectivo muelle, guiado fundamentalmente por criterios de oportunidad. Todo vale, o casi, si contribuye al aumento de la productividad. Mejor no enfrentarse a los problemas de fondo, que (dicen) son irresolubles por nosotros (lo cual es falso de solemnidad: la solución comienza por la crítica desde la firmeza); mejor (para el interés propio, claro), mirar para otro lado. Y cuando el Krahe de turno habla, hastiado de tanta blandenguería mental y de tanto alineamiento con las posturas oportunistas impuestas desde el poder, desde ese poder que hace perder la cabeza, van todos a una a apagar las cámaras, sin que un mínimo sentido de la vergüenza les haga temblar el pulso. No hay nada que envalentone más el espíritu humano que la sensación de pertenencia al gremio, independientemente de la dirección que éste lleve. Pero, también, no hay nada que le haga aproximarse más al desastre, y si no repásese la historia de las guerras y escudríñense con detenimiento las causas de la crisis ambiental actual.
El poder destruye, y lo hace sobre todo cuando quienes rodean a quien lo detenta no le someten constantemente a la crítica. Pocas cosas hay más nefastas que las cortes de comparsas, que son quienes justifican los argumentos del poderoso (por parciales que éstos sean; sabido es que cualquier razón es justificable). Lo más destructor para la creatividad y la libertad del pensamiento son los acólitos disfrazados de independientes que, tras la toma de decisiones por la corte afín, proclaman la absoluta transparencia y ecuanimidad del proceso. Y no deja de ser sorprendente que estas cosas ocurran entre los científicos, que se supone que estamos entre los más capacitados intelectualmente. No deja de ser realmente llamativo que, precisamente entre los biólogos de campo, supuestamente acostumbrados a pensar en términos de complejidad de efectos, predomine tanto la idea lineal, reduccionista y en definitiva pueril del "dos más dos son cuatro". No. Dos más dos no son (siempre) cuatro. Y nuestro deber es preguntarnos porqué.
No acabemos de matar a Cuervo Ingenuo. O nos convertiremos sin remedio en un colectivo estéril.
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Ah, por cierto. Yo no fumar la
pipa de la paz con él. Ni con ninguno de los suyos. "Doctorado según y cómo, pero desde luego no con esa gente".