Si, un auténtico pepino. De textura áspera y piel gruesa. De esos que puedes compartir con seis o siete personas, tranquilamente, hablando de lo que venga a la cabeza, mientras el sol cae despacio tras el monte y el ambiente cálido del ocaso de verano exhala quietud, serenidad y olor a ajedrea y a tierra seca. Un pepino recién traido de la huerta. Y la cosa resulta digna de comentario porque a lo que estamos acostumbrados es a comer pseudopepinos inoloros, insípidos e insustanciales, con claras reminiscencias acuíferas. Qué maravilla, la agricultura intensiva bajo plástico, que contribuye a alimentar a mucha mayor cantidad de población humana y en cualquier época del año que la tradicional… Pero qué pena que nos haya hecho olvidar el sabor y el olor del pepino, del verdadero pepino.
Ya estás poniendo pegas, dirá más de uno. Pues claro. ¿A quién se le ocurre intensificar la producción agrícola para paliar el hambre sin proponer antes políticas radicales del control de la natalidad? Si, vale, los chinos aplicaron en su momento una política de ese tipo bastante drástica (y aberrante), pero es que eran ciento y la madre y siguen siendo unos 1.300 millones de unidades, o sea, siguen ejerciendo una presión enorme sobre el medio y contribuyen como pocos otros pueblos a las emisiones de CO2 y al efecto invernadero.
¿Que qué hubiera aconsejado yo, para que comerse un pepino no fuera una noticia? Pues así, a bote pronto, algo como esto (ya haré correcciones cuando me den el premio Nobel, dicho sin acritú aunque con toda la guasa nobelera del mundo):
Controlar el crecimiento poblacional
Limitar al máximo los cultivos intensivos, reduciéndolos progresivamente
Controlar el crecimiento poblacional
Promover los cultivos de tipo extensivo
Controlar el crecimiento poblacional
Limitar al máximo el uso de agroquímicos
Controlar el crecimiento poblacional
Promover las técnicas de control integrado de plagas
Controlar el crecimiento poblacional
Restringir al máximo el uso de organismos modificados genéticamente
Y por último, controlar el crecimiento poblacional. Que es la madre del cordero (vulgo oveja).
¿Acaso hay más posibilidades?