Transcribo unas cuantas frases de Miguel Delibes (El mundo en la agonía, 1988), obra basada en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, que recogí en mi libro sobre noctuidos de la Alcarria (1992). A mí se me puede tildar de radical, exagerado y catastrofista. Sin embargo, creo que Delibes está, en ese sentido, fuera de toda sospecha.
«… [en] … Castilla, … cada árbol sacrificado es un nuevo paso hacia la miseria y la tiranía.»
«[La sociedad «civilizada» es] una sociedad despersonalizadora, pretendidamente progresista, pero, en el fondo, de una mezquindad irrisoria. El verdadero progresismo no estriba en un desarrollo ilimitado y competitivo, ni en fabricar cada día más cosas, ni en inventar necesidades al hombre, ni en destruir la Naturaleza, ni en sostener a un tercio de la Humanidad en el delirio del despilfarro mientras los otros dos tercios se mueren de hambre, sino en racionalizar la utilización de la técnica, facilitar el acceso de toda la comunidad a lo necesario, revitalizar los valores humanos, hoy en crisis, y establecer las relaciones hombre-naturaleza en un plano de concordia.»
«Perfil semejante, aún más negativo, nos ofrece el tan cacareado progreso económico y tecnológico. El hombre, arrullado en su confortabilidad, apenas se preocupa de su entorno. La actitud del hombre contemporáneo se asemeja a la de aquellos tripulantes de un navío que, cansados de la angostura e incomodidad de sus camarotes, decidieran utilizar las cuadernas de la nave para ampliar aquellos y amueblarlos suntuosamente. Es incuestionable que, mediante esta actitud, sus particulares condiciones de vida mejorarían, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Cuántas horas tardaría ese buque en irse a pique -arrastrando a culpables e inocentes- una vez que esos tripulantes irresponsables hubieran destruido la arquitectura general de la nave para refinar sus propios compartimentos? He aquí la madre del cordero. Porque ahora que hemos visto suficientemente claro que nuestro barco se hunde ¿no sería progresar el admitirlo y afrontar los oportunos remedios para evitarlo?»
«El hombre, obcecado por una pasión dominadora, persigue un beneficio personal, ilimitado e inmediato, y se desentiende del futuro. Pero, ¿cuál puede ser, presumiblemente, ese futuro? Negar la posibilidad de mejorar y, por lo tanto, el progreso, sería por mi parte una ligereza; condenarlo, una necedad. Pero sí cabe denunciar la dirección torpe y egoísta que los rectores del mundo han impuesto a ese progreso. Así, quede bien claro que cuando me refiero a «progreso» para ponerlo en tela de juicio o recusarlo no es al progreso estabilizador y humano -y, en consecuencia, deseable- al que me refiero, sino al sentido que se obstinan en imprimir al progreso las sociedades llamadas civilizadas.»
«El desarrollo humano no es sino un proceso de decantación del materialismo sometido a una aceleración muy marcada en los últimos lustros. Al teocentrismo medieval y al antropocentrismo renacentista ha sucedido un objeto-centrismo que, al eliminar todo sentido de elevación en el hombre, le ha hecho caer en la abyección y en la egolatría.»
«El hombre de hoy usa y abusa de la Naturaleza como si hubiera de ser el último inquilino de este desgraciado planeta, como si detrás de él no se anunciara un futuro. La Naturaleza se convierte así en el chivo expiatorio del progreso.»
«Michel Bosquet dice, en Le Nouvel Observateur, que »a la Humanidad que ha necesitado treinta siglos para tomar impulso apenas le quedan treinta años para frenar ante el precipicio».»
«En la Naturaleza, … todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente, es retroceder. Empero, el hombre se obstina en «mejorarla» y se inmiscuye en el equilibrio ecológico, eliminando mosquitos, desecando lagunas o talando el revestimiento vegetal. En puridad, las relaciones del hombre con la Naturaleza, como las relaciones con otros hombres, siempre se han establecido a palos. La Historia de la Humanidad no ha sido otra cosa hasta el día que una sucesión incesante de guerras y talas de bosques. Y ya que, inexcusablemente, los hombres tenemos que servirnos de la Naturaleza, a lo que debemos aspirar es a no dejar huella, a que se «nos note» lo menos posible. Tal aspiración, por el momento, se aproxima a la pura quimera. El hombre contemporáneo está ensoberbecido; obstinado en demostrarse a sí mismo su superioridad, ni aun en el aspecto demoledor renuncia a su papel de protagonista. En esta cuestión, el hombre-supertécnico, armado de todas las armas, espoleado por un afán creciente de dominación, irrumpe en la Naturaleza, y actúa sobre ella en los dos sentidos citados, a cual más deplorable y desolador; desvalijándola y envileciéndola.»
«La Humanidad … elimina aquello -los bosques- que, momentáneamente, no le es necesario para sobrevivir. El «primero vivir y luego filosofar» se impone de nuevo.»
«Gastar lo que no puede reponerse puede obedecer a una exigencia de un estadio de civilización voraz, que a nosotros mismos, sus autores, nos ha sorprendido, pero terminar con aquello que nos es imprescindible y cuyo final pudo preverse revela un índice de rapacidad y desidia que dicen muy poco a favor de la escala de valores que rige en el mundo contemporáneo.»
«Mientras el respeto a los delicadísimos mecanismos ecológicos no sea actitud desinteresada y general, apenas adelantaremos un paso. En este juego participamos todos, pero nadie debe reservarse el derecho de hacer trampas. Nuestro planeta se salvará entero o se hundirá entero. Unicamente empleando la inteligencia y la razón podremos escapar de la amarga profecía de Roberto Rossellini cuando dice que »nuestra civilización morirá por apoplejía porque nuestra opulencia contiene en sí las semillas de la muerte».»
«… la destrucción de la Naturaleza no es solamente física, sino una destrucción de su significado para el hombre, una verdadera amputación espiritual y vital de éste. Al hombre, ciertamente, se le arrebata la pureza del aire y del agua, pero también se le amputa el lenguaje, y el paisaje en que transcurre su vida, lleno de referencias personales y de su comunidad, es convertido en un paisaje impersonalizado e insignificante».
Eres un radical, exagerado y catastrofista y el Delibes ese en que grupo toca?
Toca la bandurria en los Dioses del Olimpo Boys. Joe, vaya pregunta. Un entendido como tú…
Yo sí, soy to eso, y más (jipi y agüelo ). Pero ¿a que mola mi peinao?
Además, el que lo dice lo es, con el culo de al revés.